El poder de la oración de Alabanza
En Éxodo 17,8-16 vemos a Josué yendo al combate mientras Moisés estaba en la colina alabando al Señor. Y, cuando Moisés tenía los brazos erguidos, Israel vencía. Pero, cuando los brazos se cansaban, su pueblo perdía.
El enemigo del pueblo de Dios es el demonio, pero sabemos como vencerlo: alabando a Dios. Así, como Moisés, tenemos que contar con los hermanos para sustentarnos, en la oración y en la alabanza a Dios.
El Secreto es nunca luchar solos y, el poder de Dios, de la oración y de la alabanza es más fuerte cuando estamos juntos con los hermanos. El enemigo no puede vencer a Jesús y, por eso, tenemos que alabarle.
En Efesios 6,12 vemos que nuestra lucha no es contra hombres de carne. Es fácil transferir el problema a las personas, pero el problema es que dejamos de alabar y glorificar al Señor.
Tenemos que dejar de preocuparnos con las cosas de este mundo; tenemos que levantar nuestra alabanza para combatir los espíritus del mal que nos rodean y quieren destruirnos. El poder de alabanza se da en la confianza en Dios y no en la cantidad.
En la alabanza Dios actúa, pero cuando reclamamos el mal vence. Pedro nos dice que seamos sobrios y vigilemos para no caer en la tentación del mal de reclamar, por eso, alabemos al Señor y oremos, porque Dios siempre vence el mal.
Transcrição e adaptação: João Paulo dos Santos
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