Agradece el día que acaba. Recorre con la memoria las gracias que has recibido. ¿Quién ha sido hoy, el rostro de Dios para ti? ¿En qué momentos llegó Dios a ti a través de palabras y acciones de tus hermanos? Cierra el día alabando a Dios por su acción en tu vida. ¿Qué te propones para mañana?
Ave María
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