SÚPLICA A DIOS POR LA PROTECCIÓN DE NUESTRA FAMILIA Y NUESTRO HOGAR
Extiende tu mano en dirección a la puerta de entrada de tu casa y vamos a orar pidiendo al Señor que proteja y selle tu lugar en el mundo contra todo mal:
Padre amado, en Nombre de Jesús y por el poder del Espíritu Santo, te pido ahora toda protección sobre mi casa y los que en ella viven. Señor, tú eres el verdadero dueño de este lugar. Por tus manos nuestra familia se formó y por tu bondad ella se mantiene. Del mismo modo que ahora me pongo enteramente bajo tu protección, coloco también mi familia, a fin de que ella sea siempre buena, santa y llena de amor por ti. Bendice, Señor, mi casa, pues en Tu Santo Nombre también la bendigo. No permitas jamás que tu bendición se aparte de nosotros por causa de mis pecados y de mi negligencia.
En el pasado, para que el espíritu de muerte no afligiese al pueblo, Tú Señor mandaste que fuesen sellados los dinteles de las puertas de sus casas con la sangre de corderos. Señor, te suplico en este momento: no con Sangre de corderos, sino con Sangre de Cristo, sella los dinteles de las puertas de mi casa y también de mi corazón, para que ningún mal pase por ahí y lo penetre. Señor, haz que el enemigo o sus emisarios se mantengan distantes y no puedan pasar por ellas -que todo y cualquier mal sea por la sangre de Cristo borrado.
Señor y Padre nuestro, te suplico que todos aquellos que por esa puerta pasen e ingresen sean bendecidos y purificados por la preciosísima Sangre de Tu amado Hijo Jesús -que permanezcan en el corazón de esas personas solamente las intenciones buenas. Que ellas sean liberadas al entrar. Que sean protegidas y bendecidas al salir. Que al pasar por esas puertas selladas con la Sangre de Cristo, Tu Santo Ángel nos acompañe y guarde allí donde vayamos y siempre nos purifique cuando volvamos, a fin de que los males de las calles no ingresen a nuestra morada.
Señor, aparta de esta casa y de los que en ella habitan las dolencias, la pobreza y las riquezas peligrosas. Libra este lugar y esta familia de todas las desgracias, males y peligros espirituales y físicos. Concédeles todas aquellas gracias tan necesarias y preciosas para vivir bien, con felicidad, protección y salvación. Concede también aquellas gracias que yo, por no saber orar como conviene, no sé pedir.
Que en el Nombre de Jesús, el Señor nos defienda y guarde con la fuerza del Espíritu Santo.
A ejemplo de lo que hicieron los Israelitas, sello mi familia y mi corazón con la Sangre de Cristo. Afirmo que las puertas de mi casa están cerradas al maligno y abiertas para ti, mi Dios y Señor.
Amén
(Como señal de esta entrega a Dios, puedes fijar un pequeño crucifijo en el dintel de la puerta de tu casa)
Marcio Mendes
Pasos para la sanación y liberación completa
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