“Si pedís cualquier cosa al Padre en mi nombre, os lo concederá”
"No nos dejes caer en la tentación " (Mt 6,13)... Cuando rezamos para no caer en la tentación, nos acordamos de nuestra debilidad, con el fin de que nadie se mire con complacencia, que nadie se engrandezca con insolencia, que nadie se atribuya la gloria de su fidelidad o de su fortaleza, mientras que el Señor mismo nos enseñe la humildad cuando dice: " velad y orad para no caer en la tentación. El espíritu es ardiente pero la carne es débil " (Mc 14,38). Si primero hacemos profesión de humildad, le devolvemos a Dios todo lo que pedimos con temor y reverencia, podemos estar seguros de que su bondad nos lo concederá.
Esta oración se termina con una conclusión que recoge brevemente todas las peticiones. Al final decimos: "y líbranos del mal". Comprendemos por esto, lo que el enemigo puede maquinar contra nosotros este mundo, pero estamos seguros de tener un apoyo poderoso si Dios nos libra, si concede su socorro a los que le imploramos. Cuando decimos: " Líbranos del mal", no nos queda nada más que pedir... Estamos protegidos ante todas las maquinaciones del demonio y del mundo. ¿Qué puede temer el mundo, si Dios es su protector?
No es de extrañar, queridos hermanos, que la oración que nos enseñó Dios con su magisterio resuma todas nuestras peticiones en tan breves y saludables palabras... Cuando vino aquel que es la Palabra de Dios en persona, nuestro Señor Jesucristo, para reunir a todos, sabios e ignorantes, y para enseñar a todos, sin distinción de sexo o edad, el camino de salvación, quiso resumir en un sublime compendio todas sus enseñanzas...
Y así, al enseñar en qué consiste la vida eterna, nos resumió el misterio de esta vida en estas palabras tan breves y llenas de divina grandiosidad: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado Jesucristo” (Jn 17,3).
San Cipriano (c. 200-258)
obispo de Cartago y mártir
La oración del Señor,§ 26-28
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