«Deja allí tu ofrenda ante el altar
y vete primero a reconciliarte con tu hermano»
Mt 5,26
«Dijo Jesús a sus discípulos: ‘Si no sois mejores que los letrados y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mimo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano...’» Mt 5, 20-26
Las palabras con las cuales nuestro Señor nos exhorta a tender y a pretender la perfección, son tan fuertes y apremiantes que nadie puede ignorar la obligación que tenemos de seguir ese designio...
Ahí está la diferencia entre mandamiento y consejo, que el mandamiento nos obliga bajo pena de pecado y el consejo nos invita sin pena de pecado. Sin embargo creo que es un gran pecado el despreciar la tendencia a la perfección cristiana y más aún, despreciar la llamada que nos hace nuestro Señor...
Es una irreverencia contra Él, que con tanto amor y suavidad nos invita a la perfección, cuando le decimos: «no quiero ser santo, ni perfecto, ni tener en cuenta tus delicadezas, ni seguir los consejos que me das para mi progreso...» Hacer profesión de no querer seguir los consejos es algo que no se puede hacer sin despreciar al mismo tiempo al que los da.
Aunque hay consejos que no se pueden y no se deben practicar por cada cristiano particular, sin embargo no olvidemos que estamos todos obligados a amarlos, ya que todos son buenos.
Y testimoniamos que amamos todos los consejos cuando cumplimos devotamente los que nos corresponden... Dios ha dado muchos para que podemos observar alguno de ellos y no pasa día en que no tengamos ocasión...
Alegrémonos cuando veamos personas que emprenden el seguimiento de algún consejo... ya que la caridad nos obliga a amar no solamente lo que es bueno para nosotros, sino también lo que es bueno para el prójimo.
Francisco de Sales
Tratado del Amor de Dios: No desprecies las palabras de Cristo
Libro VIII, Cáp. 8 y 9. V, 84-85
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