Evangelio según San Mateo 5,17-19.
Jesús dijo a sus discípulos:
«No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.
Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice.
El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.»
RESONAR DE LA PALABRA
Queridos hermanos y hermanas:
La Palabra de Dios para este día busca motivarnos a ser testigos cualificados de la Buena Nueva de Jesús. San Pablo nos invita a reconocer que somos frágiles, lo que más adelante define como «vasijas de barro» (4,7) para advertir que el camino de seguimiento no será fácil. A la vez, nos alienta a descubrir que, por medio del Espíritu llegamos a ser verdaderos artífices de una vida que se renueva y aprende a ser mejor día con día. Insiste, además, que hemos de ser capaces de sopesar lo permanente de lo transitorio, lo glorioso en Dios y las glorias humanas, la letra de la ley frente a la libertad y dignidad humanas. Esto permitirá dar saltos de madurez en nuestra práctica evangelizadora y en nuestra propia vida.
Con la ayuda del Espíritu nos capacitamos, personal y comunitariamente, para suscitar esa vida nueva en Jesús, favoreciendo el encuentro con él en la comunidad fraterna. Lo que realmente nos invita a vivir es una experiencia más auténtica de fe y de comunión con Dios, que nos haga capaces de vivir para los demás, amándonos y respetándonos en complementariedad.
Jesús mismo tuvo que realizar ese camino de madurez junto a sus seguidores. En el evangelio lo vemos insistiendo sobre el fin último de la ley. Darle plenitud a «la ley» fue para Jesús la única forma de generar los valores y actitudes para los cuales fue creada: el servicio, la justicia, el amor, el perdón, la verdad, etc. Las leyes fueron creadas para favorecer la convivencia humana y si esto no se cumple, se corrompen, terminan siendo objeto de manipulación a beneficio de unos en detrimento de otros.
Recibimos la invitación a evangelizar con el testimonio de quienes sabiéndose en manos de Dios caminan por la senda de la misericordia y la justicia. Una misericordia que traduce «la ley» en paciencia y acompañamiento a los más débiles; una justicia que practica «la ley» de la igualdad, la dignificación y la defensa de la vida. Un examen muy bueno para quienes en la Iglesia hemos puesto más énfasis al cumplimiento irrestricto de las normas y leyes más que al acompañamiento. Oremos para que nuestros pastores y animadores en la comunidad realicen una labor paciente de catequesis con mayor caridad y menos legalismo.
Fredy Cabrera, cmf
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