El Reino de los cielos se parece también a la red que los pescadores echan en el mar. (Mateo 13, 47)
Las redes de pescar recogen todo lo que encuentran a su paso, por lo que, cuando se vuelca el contenido en la barca, se ven muchísimas cosas: peces comestibles, peces no comestibles, crustáceos, erizos de mar y toda clase de objetos, desechos, algas, etc. La red no distingue entre lo bueno y lo malo o entre lo útil y lo inútil. Es el pescador quien tiene que decidir qué conviene dejar y qué desechar.
La Escritura está llena de historias en las que Jesús “pesca” a personas: cuando defendió a la mujer sorprendida en adulterio; cuando cenó con Zaqueo, el recaudador de impuestos; cuando enseñó pacientemente al justo fariseo Nicodemo, y muchas otras. En cualquier lugar donde estuviera, el Señor siempre estaba lanzando su red, siempre estaba tratando de ganar gente para su Reino. Incluso quiso que sus seguidores fueran “pescadores de hombres” y los envió a echar sus propias redes a cuantos encontraran por el camino (Lucas 5, 8).
Hoy, Dios nos encarga a nosotros la misma tarea. Quiere que todos compartamos la Buena Nueva tan a menudo como nos sea posible y de la misma forma indiscriminada como lo hicieron los discípulos y como lo hizo el propio Cristo. ¿Cuánto podría cambiar el mundo si cada persona que lee esta meditación intentara compartir el Evangelio con una sola persona más? ¡La pesca sería enorme!
Tú puedes hacer la diferencia. Hoy tú puedes hablar con tus compañeros de trabajo, un vecino o compañeros de estudios sobre el amor de Dios, aun si todo lo que hagas sea ofrecerles una sonrisa o un saludo amable. También puedes ayudar a tu familia a ir por el camino correcto haciendo algo tan sencillo como rezar juntos el Padre Nuestro todos los días. También puedes edificar más a un amigo tuyo si te dispones a escucharlo más de lo que le hablas. Y si se presenta la ocasión, puedes decirle a cualquiera de estas personas: “Dios te ama.”
Pareciera que el mundo se está quedando vacío de suministros de compasión y consideración, por lo que muchas personas están inmersas en sus problemas y dificultades. Y es ahí donde aparece la oportunidad de actuar. Si tratamos a los demás con bondad y solidaridad, otros lo notarán. Así que sigue echando tus redes cada vez que puedas.
“Espíritu Santo, utilízame para compartir tu amor con todo aquel que encuentre hoy por el camino.”
Éxodo 40, 16-21. 34-38
Salmo 84 (83), 3-6. 8. 11
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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