domingo, 5 de enero de 2020

COMPRENDIENDO LA PALABRA 060120


«Le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra» (Mt 2,11)

En la fiesta solemne de la Epifanía, siguiendo el modelo de las ofrendas de los reyes, Gertrudis ofreció a Dios, como si fuera mirra, el cuerpo de Cristo con todo su sufrimiento y pasión. De este modo, por la gloria de Dios, ella quería borrar los pecados de los hombres, desde Adán hasta el último de ellos. En lugar del incienso, ella ofreció el alma de Cristo, plena de devoción y con todos los actos de su vida espiritual, para suplir las negligencias de todo el universo. Lo mismo, en vez del oro, ofreció la perfectísima divinidad de Cristo, con las delicias que posee, para reemplazar las deficiencias de todas las criaturas. El Señor Jesús se le apareció entonces, presentando esta ofrenda como un regalo precioso a la siempre adorable Trinidad. Mientras se la veía como atraversando el cielo, toda la corte celeste parecía arrodillarse llena de respeto por esta ofrenda. (…)

Recordó en ese momento que ciertas personas, con sentimientos de humildad, le habían pedido ofrecer a Dios en su lugar, en memoria de los dones de los Magos, pequeñas oraciones que habían dirigido al Señor antes de la fiesta. Como ella lo realizaba con toda la devoción posible, el Señor Jesús se le apareció de nuevo llevando a través de todo el cielo esta segunda ofrenda, para presentarla a Dios Padre. Toda la armada celeste corría delante de él y celebraba con alabanzas a esta ofrenda, como si se tratara de magníficos regalos.

Esto le hizo comprender que si alguien ofrece a Dios oraciones u otros esfuerzos, todo el concejo celeste elogia ese don, como un presente agradable a Dios. Si, descontento de lo que aporta, agrega a sus propias obras aquellas más perfectas del Hijo de Dios, los santos declaran por esta ofrenda (…) tal reverencia, que nada podría pretender tan alta dignidad, excepto quien está más allá de todo: la única y adorable Trinidad.



Santa Gertrudis de Helfta (1256-1301)
monja benedictina
El Heraldo del amor divino, IV (Œuvres spirituelles, Paris, Cerf, 1978); trad. sc©Evangelizo.org

No hay comentarios:

Publicar un comentario