sábado, 18 de enero de 2020

Por quiénes ha venido

Yo no he venido para llamar a los justos, sino a los pecadores. (Marcos 2, 17)

Hoy se realiza en Washington la ya tradicional Marcha Nacional por la Vida y contra el aborto, el mayor flagelo legalizado que ha sufrido la humanidad en los últimos tiempos.

La Madre Teresa dijo en 1994: “Siento que el mayor destructor de la paz hoy en día es el aborto. Si nosotros aceptamos que una madre asesine a su propio hijo, ¿cómo entonces podemos decirles a otros que no se maten entre sí? ¿Cómo podemos convencer a una mujer de no tener un aborto? Jesús dio hasta su vida por amarnos. Así es que, la madre, que esté pensando en tener un aborto, debe ser ayudada a amar, o sea dar hasta que le duelan sus planes. Con el aborto, la madre no aprende a amar, sino a matar hasta a su propio hijo para resolver sus problemas. Y con el aborto, al padre se le dice que no tiene que tener responsabilidad alguna por el niño que ha traído a la vida, y esto lleva al padre a poner a otras mujeres en la misma circunstancia. Por lo tanto, el aborto solo lleva a más abortos. Es por esto que el mayor destructor del amor y de la paz es el aborto.”

También, entre el 18 y el 25 de enero, cada año se celebra tradicionalmente la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, recordando la oración del Señor por sus discípulos: “Te pido que todos ellos estén unidos; que como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17, 21). ¡Qué sabias las palabras de la Madre Teresa y qué claro entendimiento de la verdadera situación de la sociedad actual! Todos necesitamos defender la vida y orar por la unidad de los matrimonios, las familias y todos los cristianos.

Oremos: Dios Padre, te agradezco por el obsequio de mi vida, por las vidas de todos mis hermanos. Sé que no hay nada que destruya la vida más que el aborto, y me regocijo porque tú has derrotado a la muerte con la Resurrección de tu Hijo. Hoy te pedimos también por la unidad de las iglesias y las familias cristianas, para que resuelven las diferencias y encuentren caminos de comunión, hasta que finalmente haya un solo rebaño y un solo Pastor.
“Señor, me comprometo a no dejar nunca de luchar por la vida hasta que todos mis hermanos sean protegidos en todos los países, y que todos los cristianos trabajemos por la unidad en la fe y el amor.”
1 Samuel 9, 1-4. 10. 17-19; 10,1
Salmo 21 (20), 2-7
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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