Hechos 27, 18-19. 21
«Al día siguiente, como arreciaba el temporal, los marineros comenzaron a aligerar la carga. Y al tercer día tuvieron que arrojar al mar, con sus propias manos, el aparejo de la nave… Hacía tiempo que nadie a bordo probaba bocado; así que Pablo se puso en medio de todos y dijo: “Compañeros, deberíais haber atendido mi consejo y no haber zarpado de Creta. Así hubiéramos evitado esta desastrosa situación”».
Salmo 85
Lucas 18, 9-14
Reflexión
Como cristianos de diferentes Iglesias y tradiciones tenemos que lamentar que a lo largo de los siglos hemos ido acumulando una carga excesiva de desconfianza mutua, de amargura y de recelo. Damos gracias a Dios por el nacimiento y el crecimiento del movimiento ecuménico en el siglo pasado. Nuestros encuentros con cristianos de otras tradiciones y nuestra oración común por la unidad nos animan a buscar el perdón mutuo, la reconciliación y la aceptación. No debemos permitir que la carga de nuestro pasado nos impida acercarnos unos a otros. ¡Es voluntad de Dios que soltemos la carga para dejar que Dios actúe!
Oración
Dios que perdonas,
líbranos de nuestra memoria herida por el pasado,
que daña la vida de nuestras Iglesias.
Condúcenos a la reconciliación,
para que, a través del Espíritu Santo, podamos superar
el odio con amor,
la ira con amabilidad y
los prejuicios con confianza.
Lo pedimos en el nombre de tu Hijo amado,
nuestro hermano Jesús.
Amén.
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