Evangelio según San Juan 1,29-34
Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: "Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
A él me refería, cuando dije: Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo.
Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel".
Y Juan dio este testimonio: "He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: 'Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo'.
Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios".
RESONAR DE LA PALABRA
Queridos amigos:
Hoy en el Evangelio, los judíos le preguntan a Juan “¿quién eres?, ¿qué dices de ti mismo?”. A veces a nosotros también nos lo preguntan, directa o indirectamente, o también nosotros mismos nos lo podemos preguntar.
Además de lo que cada uno podríamos decir sobre esas cuestiones, no estaría mal que dejásemos a Dios que respondiese en nosotros, preguntándole: “¿quién soy yo para ti, Señor?”. Seguro que sería más directo, más certero y más justo de lo que a veces somos nosotros –sobrevalorándonos o infravalorándonos. Partiendo de la Palabra de Dios, en algunas de sus resonancias en el Génesis, el Éxodo y los Evangelios, ahí van algunas de las respuestas que Dios nos podría decir:
“Tú eres barro y aliento: esa mezcla improbable de debilidad y hondura, de fragilidad y posibilidad, desde la que desplegarte en todas tus dimensiones”.
“Tú eres un ser vivo, el más evolucionado de entre todos ellos, con inteligencia y afectividad, puesto en el mundo para cuidar la creación y ayudar a que la vida se desarrolle”.
“Tú eres prójimo de tus prójimos, hechos del mismo barro que tú estás hecho, con los que hacer camino, ayudándoos mutuamente a vivir”.
“Tú eres un caminante por el desierto de la vida, con sus oasis y sus jornadas duras. Yo te acompaño cada día, dándote gratis el maná necesario para caminar, en ese viaje hacia la Tierra Prometida que te preparo”.
“…Tú eres hijo mío, en mi Hijo Jesús, porque te cree mirando su boceto, para que llegues a ser feliz siendo, como Él, hijo y hermano”.
Gracias, Señor, por decirme quién soy.
Que yo descubra quién eres Tú
y se lo muestre a otros
para que también ellos
puedan llegar a saber quiénes son
desde tu Palabra”.
Nuestro hermano en la fe:
Luis Manuel Suárez CMF
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