Las gracias divinas se derraman sobre el hombre a través de la Sagrada Escritura escuchada y meditada en silencio. Es en la fe, y no recorriendo países lejanos ni cruzando mares y continentes, donde podemos encontrar y contemplar a Dios. En realidad, llegaremos a Dios escudriñando durante horas y horas las Sagradas Escrituras después de haber resistido los embates del Príncipe de este mundo.
Don Agustín Guillerand no equivoca el camino: lo que los hombres poseen dentro de ellos no lo encuentran fuera en ninguna parte. Si el silencio no habita en el hombre, si la soledad no es el estado en el que ese silencio se deja forjar, la criatura se halla privada de Dios. No hay otro lugar en el mundo donde Él esté más presente que el corazón humano. Ese corazón es la verdadera morada de Dios, el templo del silencio.
Card. Sarah – “La fuerza del silencio” # 04
No hay comentarios:
Publicar un comentario