¿Hasta cuando, Dios mío, permaneceremos ociosos e indolentes ante nuestro importante propósito? ¡Envíanos un poco de luz!
Un molino trabaja sin cesar; lo mismo sucede con nuestra propia mente. ¿Quieres tener una buena producción de harina? Pon en el molino de tu mente tan sólo buenos pensamientos. Por ejemplo, pensamientos sobre el alma, sobre el recuerdo de la muerte, sobre el juicio, etc., y obtendrás una “harina espiritual” de buena calidad. Si, al contrario, el individuo pone en el molino de su mente sólo pensamientos pecaminosos, inevitablemente producirá más pecado. Esforcémonos en generar pensamientos de salvación, para impedir que el demonio nos llene con los suyos. Todo esto depende de la intención del hombre y del material con que provea a su mente. Y esa intención será la que le hará digno de elogio o de castigo.
La obediencia, la sumisión, la severidad con la que nos juzgamos a nosotros mismos y la paciencia, en general, son cosas que fortalecen el alma, conservan la devoción y estimulan las lágrimas de piedad.
Luego, estemos atentos a nuestra propia vida, amando y siendo pacientes en todo, sin condenar, alejando los pensamientos perniciosos, haciéndonos humildes, recordando también el difícil momento de nuestra propia muerte y el Juicio que habremos de enfrentar.
¿Hasta cuando, Dios mío, permaneceremos ociosos e indolentes ante nuestro importante propósito? ¡Envíanos un poco de luz!
fuente Doxologia
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