¡El tiempo nos urge!
Es necesario colaborar en la salvación de cada uno de nosotros. Les estaría mintiendo si dijese que todo está bien, que puedes dejar a los tuyos en la situación en la que se encuentran porque todavía hay mucho tiempo. El tiempo es breve, por eso nuestra principal actitud debe ser la de intercesores. Nuestra lucha no es contra fuerzas humanas, sino contra el propio enemigo de Dios.
¡Cuántos maridos están siendo atacados violentamente en su sexualidad! Cuántos hombres que trabajan en la obra del Señor, que recibieron la gracia de la "efusión del Espíritu" usan los dones de Dios, ejercen algún ministerio, actúan en pastorales, buscan a Dios, pero las tentaciones les rondan la mente, el corazón, los sentimientos. La carne siente una lucha violenta.
El maligno intenta llevarnos a la infidelidad, al adulterio, a la prostitución, a toda suerte de depravación. El hace eso no solamente con los varones, sino también con las mujeres, metiendo en ellas pensamientos como "tengo derecho a ser feliz, yá sufrí por demás. Sólo fui explotada y nunca me amaron. Tengo derecho a amar y ser amada". Sí, posees ese derecho! Lo posees pero no como el mundo y las novelas te están enseñando.
Mons. Jonas Abib
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