Es Dios quien tiene la iniciativa de estar a nuestro lado y relacionarse con nosotros para establecer una relación íntima, de amistad.
“La oración es un trato de amistad con Dios”, nos enseña Santa Teresa.
Adorar a Dios en espíritu y en verdad es experimentar buscarlo por amor, reconocer que ya no podemos caminar sin El. El Señor nos sedujo, nos atrajo para sí y ahora es imposible vivir sin Su amor.
Cuando compuse la música “Promesas de amor” mi corazón estaba inflamado de amor por Dios. Viví la experiencia del profeta Jeremias: “¡El Señor me sedujo!”. Mi alma y todo mi ser no saben hacer otra cosa más que amar a Dios.
El corazón de los adoradores no tiene otra motivación para la oración sino el amor a Dios. Es Su amor lo que nos impulsa y nos mueve. Adorar es, por lo tanto, un diálogo de amor. La adoración es un Don de Dios y no es nuestro esfuerzo.
El primer paso siempre es de Dios.
Es él quien toma la iniciativa de estar con nosotros, de relacionarse con nosotros para establecer una relación íntima, de amistad.
Por eso, la adoración no solo es un deseo de nuestro corazón sino que es más que eso, es un deseo del Señor.
Tu hermano,
mons. Jonas Abib
Fundador Comunidad Canción Nueva
fuente Mensaje del día portal Canción Nueva
Adaptación del original
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