Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (12,28b-34):
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?»Palabra del Señor
Respondió Jesús: «El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser." El segundo es éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." No hay mandamiento mayor que éstos.»
El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.»Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios.»
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Comentario al Evangelio de hoy por Fernando Torres Pérez, cmf
¿Amar a Dios es una norma? ¿Se puede amar como una obligación? No me entra en la cabeza. Siempre me ha parecido que, cuando somos capaces de amar a alguien, es porque primero hemos experimentado que el amor, la atención, el cariño, se nos ha regalado. En realidad, el amor surge como respuesta a lo que se ha recibido. Así recibimos el cariño de nuestros padres. Y así podemos experimentar el amor de Dios. Porque siempre que experimentamos que alguien nos ama sin pedirnos nada a cambio, ahí estamos tocando el amor de Dios en su mejor expresión. Es como si los brazos de Dios fuesen muy alargados y para abrazarnos se terminase valiendo de las personas buenas que nos rodean, que están atentas a nuestras necesidades, que no miran por sus propios intereses egoístamente sino que se preocupan más de los nuestros. Y de ahí, de esa experiencia de sentirse amado, brota el amor a Dios y a nuestros hermanos. Lo que se ha recibido gratis se regala a los que viven con nosotros.
Relean la primera lectura. El pueblo de Israel no se ha portado bien con Dios. Pero Dios les está esperando con los brazos abiertos. No hay rencor, no hay venganza, no hay deseo de cobrarse un precio de compensación por el mal sufrido. Más bien lo contrario: “Curaré sus extravíos; los amaré sin que lo merezcan... Seré para Israel como rocío...” Es el amor gratuito de Dios que se regala a su pueblo.
Así caemos en la segunda lectura. No hay más que un mandamiento y no es tal: “Amarás al Señor, tu Dios. Y amarás a tu prójimo”. Repito no hay más norma ni mandamiento. Y estos no son tales. Porque el amor no brota más que del agradecimiento. Porque el amor no puede ser una norma obligatoria. Y el que ama está en el Reino.
Claro que no hay que confundir el amor con un sentimiento más o menos romántico. El amor es esfuerzo, es compromiso, es trabajo, es entrega sin límites. Sería bueno que leyésemos o releyésemos aquel libro de Erich Fromm que se llamaba “El arte de amar”. Para no confundir sentimiento con amor. Para amar como personas adultas y maduras.
¿Amar a Dios es una norma? ¿Se puede amar como una obligación? No me entra en la cabeza. Siempre me ha parecido que, cuando somos capaces de amar a alguien, es porque primero hemos experimentado que el amor, la atención, el cariño, se nos ha regalado. En realidad, el amor surge como respuesta a lo que se ha recibido. Así recibimos el cariño de nuestros padres. Y así podemos experimentar el amor de Dios. Porque siempre que experimentamos que alguien nos ama sin pedirnos nada a cambio, ahí estamos tocando el amor de Dios en su mejor expresión. Es como si los brazos de Dios fuesen muy alargados y para abrazarnos se terminase valiendo de las personas buenas que nos rodean, que están atentas a nuestras necesidades, que no miran por sus propios intereses egoístamente sino que se preocupan más de los nuestros. Y de ahí, de esa experiencia de sentirse amado, brota el amor a Dios y a nuestros hermanos. Lo que se ha recibido gratis se regala a los que viven con nosotros.
Relean la primera lectura. El pueblo de Israel no se ha portado bien con Dios. Pero Dios les está esperando con los brazos abiertos. No hay rencor, no hay venganza, no hay deseo de cobrarse un precio de compensación por el mal sufrido. Más bien lo contrario: “Curaré sus extravíos; los amaré sin que lo merezcan... Seré para Israel como rocío...” Es el amor gratuito de Dios que se regala a su pueblo.
Así caemos en la segunda lectura. No hay más que un mandamiento y no es tal: “Amarás al Señor, tu Dios. Y amarás a tu prójimo”. Repito no hay más norma ni mandamiento. Y estos no son tales. Porque el amor no brota más que del agradecimiento. Porque el amor no puede ser una norma obligatoria. Y el que ama está en el Reino.
Claro que no hay que confundir el amor con un sentimiento más o menos romántico. El amor es esfuerzo, es compromiso, es trabajo, es entrega sin límites. Sería bueno que leyésemos o releyésemos aquel libro de Erich Fromm que se llamaba “El arte de amar”. Para no confundir sentimiento con amor. Para amar como personas adultas y maduras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario