sábado, 28 de noviembre de 2015

Carisma de sanación y RCC

Una segunda característica definitoria (de la Renovación Carismática) era y es el obrar de los carismas, particularmente del don de sanación. Al principio, las reuniones de oración eran, y en muchos lugares siguen siendo, como salones de clase en los que podemos empezar a aprender cómo obrar con los dones del Espíritu. En un sentido estamos "practicando" los dones con alguien más. Y debemos aprender inmediatamente a probarlos por su contenido y sus frutos.

Pero ellos son dados para más que las asambleas de oración.

Hemos aprendido que podemos decir la “la palabra del Señor” en donde estemos, y que se espera que usemos discernimiento en cada situación, y que las señales y maravillas están destinadas a acompañar nuestra obra para el Evangelio. Si comprendemos que estamos siendo "enviados" por el Señor a un mundo en necesidad del poder salvador del Señor, no podemos esperar a la gente para que venga a nuestras reuniones de oración. Ni debemos esperar hasta que el último ministerio de sanación itinerante venga a la ciudad. Más bien, todos podemos usar estos dones, estas herramientas dadas a nosotros para la edificación del reino, en nuestra vida cotidiana. Podemos y debemos, por ejemplo, orar por las personas sin importar el lugar para que sea sanada.

Sin embargo, hemos descubierto que en muchos lugares dentro de la renovación carismática, la sanación es solamente ofrecida a las personas en el contexto de las misas de sanación, en celebraciones Eucarísticas. Creemos que esto es un grave error. Desde luego la Eucaristía siempre y en todo lugar es un enorme beneficio. Y ofrecer la sanación siempre es maravilloso. Pero pensar que los servicios de sanación siempre deben combinarse con la Misa es un error porque el carisma de sanación está destinado para los enfermos de este mundo y no debería quedar confinado solamente dentro de la liturgia, ni debería convertirse en una responsabilidad únicamente de los sacerdotes. Los carismas han sido distribuidos entre todos los fieles y deben ser usados por los laicos y el clero dondequiera que vayan, y cuando vayamos, Cristo estará.


Kevin y Dorothy Ranaghan

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