- 1ª. Sensibles o externas, es decir, percibidas por los sentidos.
- 2ª. Imaginarias, o no percibidas por los sentidos externos sino por la imaginación.
- 3ª. Puramente intelectuales, o no percibidas ni por los sentidos externos,
- ni internos, sino recibidas directamente por la inteligencia.
Las primeras son de suyo propias de los principiantes en la vida mística,
quienes no saben prescindir de sus sentidos externos ni han conseguido
desligarse de los efectos sensibles, además son las menos seguras.
Las segundas corresponden a las almas más adelantadas y que han
conseguido vencer a sus potencias sensitivas, pero no de forma como para
no necesitar de ciertas consolaciones.
Y por último, las terceras son las de las almas que han llegado a un grado
de perfección grande, cuyas potencias del alma están muy purgadas y que
además están en condiciones de alcanzar un conocimiento puramente
espiritual. Estas últimas son las más seguras y según los teólogos, en ellas
no es posible el engaño al no percibirse por los sentidos.
Todas estas gracias carismáticas podemos considerarlas como un fenómeno
ordinario entre las almas que han llegado a una elevación espiritual o
contemplación, a través del desarrollo de las virtudes en su corazón y desde
luego por medio de la disciplina y el esfuerzo. En cambio, en las
manifestaciones que se dan en las almas que carecen de un grado de
perfección espiritual, como suele ocurrir en las actuales apariciones de la
Virgen, eligiendo a sus videntes de entre los simples fieles, tiene lugar
preferentemente las visiones o manifestaciones sensibles por los sentidos.
Lo que importa es no apegar el corazón a estos medios extraordinarios del
Señor, sobre todo sabiendo despreciar lo que tienen de consuelos sensibles,
ya que esto sería buscarse uno a sí mismo y olvidar de quién procede la
dádiva.
Pero también es cierto que no debemos resistir si Dios las ofrece, ni impedir
que infunda esta gracia en nosotros si El así lo desea. Nuestro consejo a
todas las almas es que se fundan en una verdadera unión mística con su
Creador, y será entonces cuando los Dones del Espíritu Santo se
derramarán sobre toda criatura.
Mas para escuchar la voz del Espíritu y entablar conversación amorosa, es
preciso el mayor recogimiento y pureza de corazón por nuestra parte.
Difícilmente se comprenderá la voz del cielo si estamos sumergidos en el
estrépito del mundo, en lugar de buscar las cosas de Dios en el silencio y
aislamiento de todo lo terreno. Incluso para las almas consagradas y las
que viven trabajando por Dios, si están continuamente atareadas y sin
tiempo para recogerse en oración, no llegan a captar como favores de cielo
ciertos hechos que para los sencillos y pequeños, son palpablemente
manifestaciones de Dios.
Para alcanzar la ciencia de la mística, que en su más estricta acepción es la
misma vida cristiana llevada a su plena manifestación, se necesita de un
continuo esfuerzo en la oración.
Tema tomado de Luis Matute Murillo de su libro CARISMAS: don sobrenatural
Estoy muy interesado en conseguir el libro carismas: don sobrenatural de Luis Matute Murillo y no hay manera de encontrarlo. Por favor agradecería si saben algo: arismari@gmail.com
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