La luz del amanecer siempre renueva la naturaleza.
Le devuelve brillo. Hace abrir flores al ritmo de su luz y su calor.
Mucho más que eso sucede en nosotros
cuando la Luz de Luz nos visita.
Así actúa el Espíritu Santo.
Sólo con una diferencia.
No necesita tiempo o espacio determinado.
Su Gracia no está determinada más que por nuestra disposición a su obra.
¿Cómo te encuentra éste momento?
¿Abierto a la Gracia o encerrado “al cambio”?
Te invito a enfrentar el día desarmando nuestras barreras.
Dejando al Señor, ser Señor.
Y al final del día, reunidos en torno al Altar
no sólo nuestra Fe habrá recobrado su Brillo Original,
sino también nuestros gestos, acciones y modo de ser.
¡Es simple!
Recuerda: ¡Dios está!
Bendito Fin de semana.
Miguel
Comunidad Piedras Vivas.
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