Miércoles, 18 de noviembre de 2015
FUENTE CIUDAD REDONDA
Fieles a las raíces.
Normalmente la fe se recibe de la Comunidad y se vive en Comunidad. La tentación de ser cristianos “por libre” y a su aire es ya antigua. Es más o menos conocido el caso del docto Victorino que San Agustín narra en el capítulo VIII de sus “Confesiones”. Iluminado por las Escrituras le decía confidencialmente a su amigo Simpliciano: ¿Sabes que soy cristiano? Y éste respondía. No lo creeré hasta que no te vea en la Iglesia. Victorino temía las chanzas de intelectuales paganos y argumentaba que las paredes no hacen cristianos. Pero al final dice San Agustín “hizo la profesión de fe con gran entereza.”
También en este tiempo proliferan ese tipo de cristianos que tranquilizan su conciencia con la frase ya típica: “Cristo sí, Iglesia no.” En el fondo lo que se busca es una religión de acuerdo con lo “me va” o “no me va”. Escribe el Cardenal Sebastián.”En pocos años hemos llegado a una situación en que la cultura dominante, es una cultura laicista y materialista, anticristiana; en muchos ambientes el catolicismo es considerado anacrónico y antidemocrático, a muchos cristianos les resulta difícil manifestar su fe públicamente…Da la impresión de que los católicos no creen del todo en la validez de sus valores y de sus formas de vida.”(“Evangelizar”. Pg.94)
Creer hoy exige una actitud de resistencia cultural y urge vivir esa resistencia con la ayuda de la Comunidad. Ante la posible crisis que provocan los vientos helados de un invierno relativista, indiferente y ateo urge el apoyo de la Comunidad. En esa situación la fe de los hermanos calienta y robustece la de cada uno. El autos de la carta a los Hebreos sabía de ese ambiente hostil y anima a los discípulos de Jesús:” Procuremos estimularnos unos a otros para poner en práctica el amor y las buenas obras; no abandonemos nuestra asamblea.” ( Heb. 10. 24-25)
La fe, un gran tesoro en vasijas de barro necesita ser defendida y por tanto debemos rodearnos de quienes tienen los valores evangélicos bien afincados en su corazón. No podemos olvidar que la sociología del conocimiento ha puesto de manifiesto que las opiniones de los que no rodean tienen, con más frecuencia de lo deseado, una influencia importante sobre nuestras propias opiniones. Por eso alguien ha dicho que somos seres de segunda mano.
Lo que ha dicho el Sínodo de la Familia
Me llama la atención que en el Sínodo reciente capten la urgencia de esta vivencia fuerte comunitaria., con un matiz muy sugerente. El P. Antonio Spadaro ofrece veinte puntos clave de las relaciones de los círculos menores del Sínodo- El número 4º dice textualmente: “La Comunidad cristiana debe ser una familia de familias y modelar su pastoral al estilo de la familia”
Sin duda, que este punto clave se refiere a una auténtica familia cristiana. Hay que saber captar la metralla que lleva dentro. No lo podría decir mejor que el cardenal Sebastián cmf, y por tanto me permito una larga cita que, creo, agradecerán los amigos del Pozo. Podrán beber una agua clara en el cantarillo:”A medida que la comunidad cristiana se clarifique se distinguirán más del común de los ciudadanos por su manera de ser y de vivir, su forma de pensar y de enjuiciar los acontecimientos, su forma de actuar en el trabajo y en el ocio…Como fruto de una acción pastoral intensa, las familias cristianas se significarán en la sociedad por su estabilidad, su fecundidad, su alegría… Si la familia es el lugar de arraigo afectivo de las personas, las familias cristianas están llamadas a ser los primeros testigos de Dios en el mundo. Argumento viviente de que es posible el amor verdadero, el amor fiel entre hombre y mujer, el amor generoso y fecundo. La creciente disgregación de la familia ( unidos -digo yo- sólo mientras coinciden los egoísmos) hará que las familias cristianas sean cada vez más significativas… Lo jóvenes cristianos crecerán en la fe amparados por sus familias y por la entera comunidad cristiana.” (“Evangelizar”- pgs 386-387). No hay que tener miedo a ser una sociedad en contraste
Es necesario exagerar la pertenencia a pequeñas comunidades, al estilo de la familia.
Voy a presentar un ejemplo exageradísimo, y lo digo en superlativo y aún me quedo corto, de la fuerza que se recibe cuando hay un apoyo mutuo para superar las dificultades. Imposible narrar todo el testimonio impactante de los 48 claretianos que formaban el grupo encarcelado en el salón de actos del Colegio de los Escolapios, me limitaré a resaltar la perspectiva que corresponde a nuestro tema. Brutalmente arrancados del convento, separados de los superiores a los que encerraron en la cárcel del Ayuntamiento, para así más fácilmente –creían- unir al resto a la causa revolucionaria. A esos jóvenes, la mayoría no llegaban a los 25 años, creían que los doblegarían con rapidez. ¡Qué equivocados estaban! Los jóvenes tenían su ideal sobre la roca de su amor a Jesucristo y a la Virgen Madre. Y formaban una comunidad fraterna a prueba de bombas. Y llegaron las bombas. Les ofrecían liberarlos si renunciaban a su vocación, Los halagos no hicieron mella y provocaron en el grupo una fuerte relación de apoyo. Rezaban y se animaban a vivir con alegría la gracia enorme de ser mártires y dar la vida por Jesús Amigo, roca firme de sus vidas. Como los halagos fracasaban, llegan las torturas: simulacros de fusilamiento, burlas, y amenazas. Uno de ellos siente miedo de no poder resistir las torturas asesinas. Todos le animan, rezan y al corazón del joven le llega la fortaleza del grupo.
El testimonio exagerado de unión fraterna lo da hasta el límite, Salvador Pigem. Se le acerca u n miliciano:
- Trabajaba en un hotel en Gerona y había allí un chiquillo, sobrino de los amos, que decía que quería ser cura y muy parecido a ti. ¿Te llamas Pigem?
- Efectivamente. Me ha conocido.
- Pues mira, si quieres te sacaré de aquí.
- Pero ¿sacará conmigo a mis compañeros?
- No eso no. Sólo soy un miliciano.
- Entonces no acepto. Prefiero ser mártir con ellos.
Así de escueta la respuesta. Sin vacilación.
Otra ocasión del apoyo comunitario, es la vivida por Esteban Casadevall. Pretenden quebrar la pureza, incomprensible para los revolucionarios, metiendo en el salón a prostitutas desnudas para vencer por el halago de la pasión carnal. Nada pueden. Pero Trini la Pallaresa se enamora de Casadevall, que se parece al artista R. Valentino, y le intenta convencer. La película “Un Dios Prohibido” se centra en la resistencia personal. Contesta a lo halagos:
- No puedo ya estoy comprometido.
- No puede ser ¿Con quién?
- Mi vida entera es para amar y servir a Jesucristo. Y dar la vida si es preciso.
- Trini no entiende nada. La película varias veces premiada “Un Dios Prohibido” no captó el apoyo comunitario. Cuando entraba la enamorada, no podía encontrar a su “Valentino” por estar escondido en algún rincón detrás de unos cuantos compañeros. A sus preguntas el silencio era la respuesta. Pero la mayor fuerza. según confidenció Casadevall, le venía de la Protección que sentía del Corazón de su querida Madre, María, la Madre de Jesús.
Comunidad unida, que reza unida, jamás será vencida.
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