El apoyo en Dios, como una manifestación de la confianza en El, no será plenamente puro si no adquiere las forma de abandono en Dios. Porque tú puedes confiar en El, pero esperando que cumpla tu voluntad: «Dios mío, confío en que harás mi voluntad». Esa es una continuación de la egoísta búsqueda de uno mismo. El apoyarse en Dios, tiene que convertirse en abandonarse en El.
Señor, que sea como Tú quieras, porque Tú me amas, y sabes mejor que nadie lo que me hace falta y lo que hace falta a aquellos que yo amo y por los que imploro. En la vida interior y en nuestro acercamiento a Dios, la confianza ha de irse convirtiendo en un total abandono.
Santa Teresa del Niño Jesús y su hermana Celina, hacían barquitos de papel en los que escribían: «abandonarse en Dios», y echaban los barquitos al agua. Esa era una forma de rezar que tenían Teresa y Celina; hay aguas, hay olas de la vida por las que Dios debe conducirlas, y ellas han de abandonarse en su amor.
La teología de la vida interior dice que el hombre consigue la paz interior solamente al abandonarse en Dios. Mientras no intentes abandonarte en el Señor, conocerás la inquietud, y tu corazón se sentirá atribulado, como una mariposa junto a la llama, llena de temor, problemas y preocupación. No hay otro camino para alcanzar la paz, que un pleno abandono a la voluntad de El, es decir, a su amor.
Cristo le dijo a Santa Gertrudis cuando rezaba por la salud de una amiga: «Me molestas, Gertrudis, al rogar por su salud, porque su enfermedad es una gran gracia, y ella se somete a Mi voluntad y rápidamente se santifica». La palabra abandonarse, escrita por Santa Teresa de Lisieux y Celina en los barquitos de papel, tiene una gran profundidad. Significa el abandono de los planes y visiones propios, significa el abandono de todo para poder entregarse plenamente al Señor. Nosotros estamos siempre llenos de planes y visiones propios, mientras que la voluntad y los planes de Dios, con frecuencia son distintos. Pero, cuando Dios frustra nuestros planes, se trata de una frustración bendita, porque está hecha por el Amor, que siempre busca nuestro bien.
En nuestra intención de abandonarnos en Dios, puede ser un obstáculo muy serio la deformada imagen que tengamos de El. Esa deformación puede consistir en que Dios seca para ti un Juez y sientas miedo de El. Es horrible sentir miedo de Dios, sentir miedo de Aquel que es el Amor. Es posible que temas abandonarte en El, porque sientas temor ante lo que pueda hacer contigo. Pero debes recordar que ese temor consiente ante Dios, hiere profundamente su corazón. Otra cosa es el temor instintivo, el que nace por si solo, es decir espontáneamente, y que realmente escapa a nuestro control. Sin embargo, cuando concientemente admites tener miedo ante Dios estás cometiendo una gran infidelidad. Si sientes miedo de Dios, de la gente y del mundo, entonces no puedes confiarte, y no puedes tener fe en ser sumergido en el amor de Dios.
Santa Teresa de Lisieux dijo brevemente: «Hay que ser como un niño y no preocuparse de nada». Esa sola frase comprende todo un programa. Abandonarse al Señor significa no preocuparse de nada, porque El te ama y se preocupará de todo. Solamente entonces empezará a llegar la paz verdadera hasta nuestra alma, hasta nuestro corazón.
No podemos deshacernos de los peligros que generan temor, pero es muy importante eliminar ese temor con un acto consiente de abandono en el Señor.
Cuando San Pablo pidió a Jesús que eliminara alguna gran dificultad de su vida, algo que frustraba sus planes, Jesucristo le respondió: «Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza» (II Cor 12, 9). Santa Teresa añadió en su comentario: La confianza y la fe se perfeccionan entre los temores. Eso significa que tu temor desempeña un gran papel en la economía de Dios. Es necesario para provocar en ti actos de fe. El temor es una prueba para la fe, y por esa razón Dios permite que exista, para que crezcas en la fe. La confianza y la fe se perfeccionan entre los temores.
El temor puede ser un agente generador de enfermedades, y hay mucha gente que efectivamente sufre esos efectos. El temor suele ser una de las causas de las neurosis y de las psicosis. Pero también puede ser el punto de partida de un gran abandono. Todo depende de ti. El temor es un reto para ti. ¿Qué tratamiento le darás? ¿Aceptarás estar abrumado bajo su peso? ¿Optarás por hacer actos de abandono en Aquél que es el Poder ilimitado y el Amor infinito? Todo sigue estando dentro de nuestra propia decisión. En la esfera de los sentimientos no podemos deshacernos de los temores, o, al menos, no siempre. No se trata de eliminar el temor, sino de profundizar en la fe, lo demás es añadidura. Pero en la esfera espiritual, por la fe, podemos separar el temor del abandono en Dios. Así, el temor puede ser un factor que profundice nuestra fe, como sucede con todas las tentaciones.
A Santa Margarita María Alacoque, gran apóstol del Corazón de Jesús, el Señor le dijo con gran ardor: "Permíteme actuar". El cristianismo es la religión de la gracia, la religión que nos orienta a permitir la actuación de Cristo. Para ir abriéndonos cada vez más a esa actuación, debemos tratar de tener una apertura tal, que permita a Cristo vivir en nosotros plenamente. Entonces, El podrá crear en ti su obra maestra, como lo hizo en María, que vivió con la fe, con la confianza y con el total abandono en el Señor.
La regla básica de la actuación de Dios es que Él no quiere imponer nada. Si las puertas de tu corazón permanecen cerradas, El no tratará de forzarlas. «Jesús lo hará todo por mí -escribió Santa Margarita María- si le permito que actúe en mi. En mí amará, deseará y complementará todas mis deficiencias». El abandonarse en Dios es la forma suprema de la confianza y del apoyo en el Señor. «Nada más desearé -decía Santa Teresa del Niño Jesús ni la muerte, ni los sufrimientos, pero los amo, porque el amor en sí es para mí el más fuerte imán. Mi guía es abandonarme ala voluntad de Dios, y no existe ninguna otra brújula. En mi corazón solamente hay sitio para lo que desea Jesús. Mi alma está en paz, y nada puede alterar esa calma. Deseo únicamente lo que El quiere». Santa Teresa reconoce que necesitó bastante tiempo para alcanzar aquel estado de abandono en la voluntad del Señor: «Pero al fin lo conseguí. Dios me ha dominado y me ha puesto donde estoy». Su total abandono en Dios y su aceptación de todo como voluntad del Señor, quedaron demostradas con su extraordinaria confesión: «Amo todo lo que me envías».
fuente Meditaciones sobre la fe
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