¡Buen día, Espíritu Santo!
En la noche has sido mi descanso
y al despertar el día te pido ¡vuélvete mi alegría!
Gracias por Tu Fidelidad eterna, porque nunca te marchas,
y sin siquiera pedirlo, te haces presente.
Gracias por Tu capacidad de Amar, de Consolar,
de Confortar, de llenar con Tu Mansedumbre;
¡Gracias por ser mi Cielo, y curar mis heridas,
por romper mis sorderas y hacer que las escamas de mis ojos caigan!
Gracias por Tu amor personal, eterno y cariñoso.
Ven y derrámate sobre nosotros, Espíritu de Santidad,
sobre los que esperamos en Ti,
los que confiados esperamos tus bendiciones,
tus dones y carismas,
aquellos que edifican, los que construyen sobre la derruido;
los que restauran y dan crecimiento,
los que conducen a la Verdad.
Amén
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