al orar por ustedes en la mañana decimos al Padre Bueno.
Oye Padre,
¡vuelve hacia aquí Tu Mirada!
Te alabamos y te bendecimos por lo que a diario siembras y regalas.
El regalo de Tu Amor, de la Fe y la Esperanza.
Te presentamos en la mañana de Domingo a estos, nuestros amigos,
que ellos se sientan amados por Tu Hijo, Jesús.
Que en ése encuentro de amor
sepan que para Vos, Padre Amoroso, ellos son valiosos.
Mira, tal vez perdieron en el camino la capacidad de “sentirse amados”,
porque la lucha en el mundo a veces es cruel, Padre Bueno;
porque las decepciones a veces son más fuertes que nuestras débiles fuerzas.
Padre, que ninguna circunstancia o prueba los deje abatidos y derrotados;
Que por el contrario, en ellas sepan que estás a su lado.
Que el poder de las tinieblas no es mayor que Tu Gracia,
Que no existe mal que no haya sido vencido,
porque Tú Hijo es el Eterno Vencedor.
Porque, como nos has dado muestras, con Cristo estamos crucificados,
y ya no vivimos más nosotros, sino que Él, el Santo,
Él Vive en nosotros,
Y lo que en la carne se siente,
más se sienta en la Fe por los méritos de Tu Hijo,
Que en Cruz me amó y se entregó.
Derrama Tu Espíritu Santo con poder y unción,
que venga sobre a renovar lo más intimo.
Que venga a liberar, consolar y resucitar
para que Tu Gloria se manifieste hoy en nosotros.
¡Amén!
¡Bendecido día!
Oramos por vos, rezá por nosotros
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