Padre del Cielo,
en el día en que el Nombre de Tu Hijo es exaltado,
en el día en que todo Honor y toda Honra te es dada,
en el día en que como Iglesia proclamamos
la Grandeza de Tu Amor...
Derrama con poder La Gracia que de Ti procede,
que en Vos Vive, que Contigo Reina.
¡Danos Tu Espíritu Santo!
Él es nuestro Huésped sereno!
Él es nuestro Defensor,
en el se sostiene lo que somos,
en él encuentra Vida nuestra vida.
Que nada detenga su acción en nosotros,
que nada ni nadie ponga obstáculos a Su obra.
Derrama Tu Espíritu Santo, Padre!
Que nos santifique y nos anime;
que despierte nuestro corazón de todo letargo;
Que encienda la llama de la misericordia;
Que fortalezca nuestro andar
y, amasados a Imagen de Tu Hijo,
colaboremos Contigo en Tu Obra redentora.
Amén!
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