no puedo ni siquiera pensar un día sin Tu Gracia conmigo.
¿Podría acaso respirar con naturalidad?
Miraría sin mirar, oiría sin escuchar,
sonreiría sin sonreír, hablaría de Ti sin Ti.
Sin Tu Presencia todo se vuelve vacío,
una carga pesada por soportar,
una cadena que quita toda libertad,
tristeza que consume toda esperanza.
Por eso clamo tu auxilio,
porque no has desistido de mi:
¡Envía hoy, aquí, sobre mi, Tu Espíritu Santo!
Él íntimo entre los íntimos,
el Santo que santifica,
el Abogado que defiende,
el Intercesor que rescata.
Tú en mí, yo en Ti.
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