anta Teresa del Niño Jesús (1873-1897), carmelita descalza, doctora de la Iglesia
Manuscrito autobiográfico B, 4rº
El buen uso de las riquezas
¡Oh Jesús! Sé que el amor sólo con amor se paga. Por eso, he buscado, he hallado el modo de desahogar mi corazón devolviéndote amor por amor. “Emplead las riquezas que hacen al hombre injusto en granjearos amigos que os reciban en las moradas eternas.”(Lc 16,9) Este es, Señor, el consejo que das a tus discípulos después de haberles dicho que “los hijos de las tinieblas son más sagaces en sus negocios que los hijos de la luz.” Hija de la luz, comprendí que mis deseos de serlo todo, de abrazar todas las vocaciones, eran las riquezas que podrían hacerme injusta. Por eso las he empleado en granjearme amigos... Acordándome de la súplica de Eliseo a su Padre Elías, cuando se atrevió a pedirle su “doble espíritu” (2R 2,9), me presenté ante los ángeles y los santos, y les dije: “Soy la más pequeña de las criaturas. Conozco mi miseria y mi debilidad. Pero sé también cuánto gustan los corazones nobles y generosos de hacer el bien. Os suplico, pues, oh, bienaventurados moradores del cielo, os suplico que me adoptéis por hija. Sólo vuestra será la gloria que me hagáis adquirir, pero dignaos escuchar mi súplica. Es temeraria, lo sé; sin embargo, me atrevo a pediros que me obtengáis: vuestro doble amor”.
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