lunes, 14 de noviembre de 2016

II Cerco de la Misericordia -Segundo día


II CERCO DE LA MISERICORDIA
COMUNIDAD PIEDRAS VIVAS
Parroquia San Miguel Arcángel


¡Paz y Bien, Familia!
La segunda jornada del II Cerco de la Misericordia se pone en marcha y, como lo esperamos y deseamos para la primer jornada que en este día una lluvia de gracias renueve y vigorice familias, enfermos, corazones, proyectos, anhelos…
En el Nombre Santo, Jesús, nos reunimos para dejarnos sumergir en ése océano infinito de Amor que reinflama lo que débilmente está ardiendo.

¿Van a vivir éste tiempo en Familia?
Les invitamos a “preparar en el corazón del hogar” un espacio oracional.
Recuerden que somos un todo, una unidad, por eso, para que todo nuestro ser “comprenda desde lo más exterior” que éste momento es “especial” les invitamos a preparar con esmero un “espacio oracional”

Procuren hoy y siempre que en el centro del “altar familiar” LA PALABRA sea la que presida.
Busquen una vela, -Jesús es la Luz que todo lo penetra!- y que ella, encendida, les recuerde la presencia silenciosa de Él que arde de Amor por cada uno.
Sería oportuno disponer de un ícono de Jesús Misericordioso y no olviden tener a mano el Rosario,
Cuando lo exterior este listo, entren silenciosamente en ése lugar sellado con el agua bautismal… ¡nuestro sagrario interior!

¡Dios Bendiga este Cerco!
¡Lluvia de Gracias, querida Familia Piedras Vivas!




JESUS, ROSTRO DE LA MISERICORDIA

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GUÍA Día2
BIENVENIDA

Hoy nuestra casa se hace templo, lugar sagrado,
Para compartir y vivir una experiencia fuerte de Dios.
HOY, aquí, en nuestro hogar estamos reunidos
Para SER ENCENDIDOS POR UNA LLAMA QUE
PURIFICA E ILUMINA
         Vamos a dejar atrás toda tibieza y el cansancio,
preocupaciones y angustias;
entremos, en esta celebración confiados, esperanzados
Como Familia en el Corazón de Dios
Alegrándonos con el canto…


CANTO
SEÑOR YO QUIERO OBEDECER,  A TU VOZ
DERRAMA TU ESPÍRITU, JESÚS! EN ESTE LUGAR!
            DERRAMA TU AMOR AQUÍ, DERRAMA TU AMOR AQUÍ,
HAZ LLOVER HOY AQUÍ, AGUA VIVA!
                        SEÑOR YO QUIERO ADORAR /  VIVIR EN TU AMOR
ENSÉÑAME A ESTAR EN TI, SEÑOR  /  TÚ ERES MI SALVADOR!  ¡DERRAMA…!
SEÑOR YO QUIERO ENTRAR, EN TU CORAZÓN
CONOCER LA INTIMIDAD QUE HAY EN TI   /   ¡DERRAMA TU UNCIÓN!





PRESENTACIÓN DEL TEMA
1

En noviembre del año 2014,
en nuestra pequeña comunidad,
Dios preanunciaba el Tiempo de la Misericordia que vendría.
Cuatro meses después, el Santo Padre nos sorprendió
Anunciando éste Jubileo que estamos viviendo.
Dios necesitaba despertarnos de la dormición
en que estábamos sumergidos;
Necesitaba despertarnos porque el mundo aletargó nuestros sentidos,
Nuestra soberbia, las preocupaciones, las intrigas…
¡el mismo pecado!... Han usurpado nuestro Sagrario Interior,
Lo más precioso que nos fue regalado ha sido violado
¡Nos hemos dormido!
         En éste cerco, al concluir el Año Jubilar pedimos con insistencia
que Dios vaya restaurando lo que está roto y dañado.
Permitamos que el velo del Templo se corra,
Se nos revele el Rostro Misericordioso de Dios y,
La llama vuelva a re-inflamarse de Amor.
CANTO
RESTAURA NUESTRA CASA, SEÑOR! RESTAURA NUESTRA CASA, SEÑOR
BENDICIÓN, DERRAMA AQUÍ, NUESTRA CASA ¡VEN A RECONSTRUIR!
CON SEÑALES Y PRODIGIOS, HOY AQUÍ, ¡DERRAMA TU ESPÍRITU!
Restaura nuestra VIDA…. Restaura nuestra IGLESIA…




INVOCACION ESPIRITU SANTO
2

Necesitamos cada día descubrir y contemplar
El misterio de la misericordia divina,
Ella es fuente, condición, revelación;
Es acción del amor de Dios por nosotros.
Pidamos juntos el Espíritu Santo de Dios,
Para vivir desde el Corazón mismo de Dios,
Esta segunda jornada del Cerco.

¡Ven, ven, ven. Espíritu Santo!
TRANSFORMA MI VIDA, QUIERO RENACER,
QUIERO ABANDONARME EN TI SEÑOR,
SUMERGIRME EN TU RÍO DE AMOR,
DERRIBAR LAS BARRERAS QUE HAY EN MI CORAZÓN.

Nos persignamos diciendo:
+ ¡Abre, Señor mi mente!
+ ¡Abre, Señor, mis labios!
+ ¡Abre, Señor mi corazón;
Para que pueda recibir y anunciar Tu Palabra!




FRENTE AL SANTISIMO SACRAMENTO
3

(Sólo si la celebración la estás viviendo comunitariamente delante del Santísimo Sacramento en una Iglesia o capilla.
Si estás en tu hogar recita el Salmo 23)

El Santo Padre, en la Bula que convoca al Jubileo expresa que
“la misericordia es la viga que sostiene la vida de la Iglesia” (cfr. Nº 10)
¡Y ciertamente lo es!
Esa expresión nos recuerda también a Aquel que es la Piedra Angular,
La “Piedra” que sostiene, la que apuntala, la que da cohesión.
¡el Hijo del Dios Vivo, Jesús, el centro de Todo!
¡El es el CORAZÓN de estos tiempos de oración!
El nos convoca, por Él estamos reunidos!
Sí Él es el centro, a Él necesitamos dirigir la mirada.
Hacia Él tienen que estar ORIENTADOS todos nuestros sentidos.
Sí, necesitamos contemplar la misericordia divina,
Ella tiene un Rostro concreto,
es el Rostro de Aquel que no solo convoca,
Es el Rostro del que nos alcanzó la Salvación.
Hoy, querida familia, nos congregamos para mirar y admirar,
Para alabar y adorar el Rostro de la Misericordia.
Te invitamos a cantar o recitar el Salmo 23

Salmo 23
¡Portones alzad los dinteles!
Que se abran las puertas eternas,
Va a entrar el Rey de la Gloria,
Dios de la Gloria el Dios inmortal.
El Dios Altísimo, Omnipotente Rey de Gloria es Él.
Fuerte y valiente subirá el Señor de los ejércitos, Dios de Israel. ¡Portones alzad los dinteles!
Que se abran las puertas eternas,
Va a entrar el Rey de la Gloria,
Dios de la Gloria el Dios inmortal.





ORACIÓN A LOS PIES DEL SEÑOR
4
Si la celebración es comunitaria, frente al Santísimo, puestos de rodillas.
Si estamos en nuestros hogares, puestos de rodillas, podemos hacer un momento de silencio, cerrar los ojos y contemplar con el Corazón el Sagrario que acostumbramos visitar. Imaginamos que nuestro corazón está en ése lugar en éste momento y recitamos la oración
Recitamos en dos coros, Varones y mujeres, la “Oración a la misericordia divina”

Jesús, Tú que representas el rostro de la misericordia,
Llévanos por ella al encuentro con Dios nuestro Padre.

Ayúdanos a cumplir con Tu Palabra,
Que trae a nuestra vida serenidad y paz.
Guíanos en la construcción de tu Reino,
Que es fuente de amor y alegría.

Condúcenos por el camino de la esperanza,
De ser amados, a pesar de nuestras limitaciones.

Abre la puerta de la misericordia en nuestro corazón
Para que podamos experimentar tu consuelo y tu perdón.
Danos un alma sensible para atender
Las necesidades y las debilidades
De nuestros hermanos en el camino de la vida,
Por tu amor.

Tú que nos llamaste a vivir en la misericordia,
Danos tu fuerza y tu poder
Para que venzamos el rencor, el odio,
La violencia y la indiferencia.

¡Que la misericordia y la compasión de tu amor,
Sostengan nuestra vida y la de tu Iglesia!
¡Que aprendamos a vivir este año del jubileo,
A la Luz de tu Palabra,
Para contemplar tu misericordia
Y aceptarla como nuestro estilo de vida!

Para este Año Santo y por siempre,
¡Amén! ¡Amén! ¡Amén!




LITURGIA DE LA PALABRA
5

Tomamos nuestras Biblias y buscamos
De las Cartas Paulinas a los Efesios, Capítulo 2;
Versículos 4 al 10.

“Pero Dios, que es rico en misericordia,
por el gran amor con que nos amó,
precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo
-¡ustedes han sido salvados gratuitamente!-
y con Cristo Jesús nos resucitó y nos hizo reinar con él en el cielo.
Así, Dios ha querido demostrar a los tiempos futuros
la inmensa riqueza de su gracia por el amor que nos tiene en Cristo Jesús.
Porque ustedes han sido salvados por su gracia, mediante la fe.
Esto no proviene de ustedes,
sino que es un don de Dios;
y no es el resultado de las obras, para que nadie se gloríe.
Nosotros somos creación suya:
fuimos creados en Cristo Jesús,
a fin de realizar aquellas buenas obras,
que Dios preparó de antemano para que las practicáramos.”

Palabra de Dios.



SALMO
6

Buscamos en nuestras Biblias el Salmo 27
El salmo 27 es una plegaria urgente e intensa de David.
Su corazón tiene un solo deseo, una ambición:
Contemplar la hermosura, el rostro de Dios.
Hagamos nuestra ésta oración.

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré?

Cuando se alzaron contra mí los malvados
para devorar mi carne,
fueron ellos, mis adversarios y enemigos,
los que tropezaron y cayeron.

Aunque acampe contra mí un ejército,
mi corazón no temerá;
aunque estalle una guerra contra mí,
no perderé la confianza.

Una sola cosa he pedido al Señor,
y esto es lo que quiero:
vivir en la Casa del Señor
todos los días de mi vida,
para gozar de la dulzura del Señor
y contemplar su Templo.

Sí, él me cobijará en su Tienda de campaña
en el momento del peligro;
me ocultará al amparo de su Carpa
y me afirmará sobre una roca.

Por eso tengo erguida mi cabeza
frente al enemigo que me hostiga;
ofreceré en su Carpa sacrificios jubilosos,
y cantaré himnos al Señor.

¡Escucha, Señor, yo te invoco en alta voz,
apiádate de mí y respóndeme!

Mi corazón sabe que dijiste:
"Busquen mi rostro".
Yo busco tu rostro, Señor,
no lo apartes de mí.

No alejes con ira a tu servidor,
tú, que eres mi ayuda;
no me dejes ni me abandones,
mi Dios y mi salvador.
Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
el Señor me recibirá.

Indícame, Señor, tu camino
y guíame por un sendero llano,
porque tengo muchos enemigos.
No me entregues a la furia de mis adversarios,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
hombres que respiran violencia.

Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor.




G2
Escuchando al Santo Padre
7

Queridos amigos,
Muchos de nosotros andamos errantes por la vida.
Muchos de nosotros experimentamos una herida que no tiene nombre, Que es difícil identificar,
Que sólo percibimos por el vacío interior que sentimos.
Hay una herida de amor en nosotros.
Hay una penumbra que está necesitando ser bañada de Luz.
Este Cerco nos encuentra
para hacer visible lo que invisiblemente nos perturba y nos duele.
El cerco es un espacio para que un encuentro suceda.
Un encuentro como el que tuvo Zaqueo,
Como el que experimentó María la de Magdala, o como Pedro o Juan,
El mismo Pablo de Tarso y tantos otros…
Mientras contemplamos el Rostro Misericordioso de Dios,
Escuchemos con atención

 Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy iniciamos las catequesis sobre la misericordia según la perspectiva bíblica, para aprender sobre la misericordia al escuchar aquello que Dios mismo nos enseña con su Palabra. Iniciamos por el Antiguo Testamento, que nos prepara y nos conduce a la revelación plena de Jesucristo, en el cual se realiza la revelación de la misericordia del Padre.

En las Sagradas Escrituras, el Señor es presentado como “Dios misericordioso”. Este es su nombre,  a través del cual nos revela, por así decir, su rostro y su corazón. Él mismo, como narra el Libro del Éxodo, revelándose a Moisés  se autodefinió como: «El Señor, Dios misericordioso y bondadoso, lento para enojarse, y pródigo en amor y fidelidad» (34,6). También en otros textos encontramos esta fórmula, con alguna variación, pero siempre la insistencia está puesta en la misericordia y en el amor de Dios que no se cansa nunca de perdonar (cfr Gn 4,2; Gl 2,13; Sal 86,15; 103,8; 145,8; Ne 9,17). Veamos juntos, una por una, estas palabras de la Sagrada Escritura que nos hablan de Dios.

El Señor es “misericordioso”: esta palabra evoca una actitud de ternura como la de una madre con su hijo. De hecho, el término hebreo usado en la Biblia hace pensar a las vísceras o también en el vientre materno. Por eso, la imagen que sugiere es aquella de un Dios que se conmueve y se enternece por nosotros como una madre cuando toma en brazos a su niño, deseosa sólo de amar, proteger, ayudar, lista a donar todo, incluso a sí misma. Esa es la imagen que sugiere este término. Un amor, por lo tanto, que se puede definir en sentido bueno “visceral”.

Después está escrito que el Señor es “bondadoso”, en el sentido que dona gracia, tiene compasión y, en su grandeza, se inclina sobre quien es débil y pobre, siempre listo para acoger, comprender, perdonar. Es como el padre de la parábola del Evangelio de Lucas (cfr Lc 15,11-32): un padre que no se cierra en el resentimiento por el abandono del hijo menor, sino al contrario continúa esperándolo, lo ha generado, y después corre a su encuentro y lo abraza, no lo deja ni siquiera terminar su confesión, como si le cubriera la boca, qué grande es el amor y la alegría por haberlo reencontrado; y después va también a llamar al hijo mayor, que está indignado y no quiere hacer fiesta, el hijo que ha permanecido siempre en la casa, pero viviendo como un siervo más que como un hijo, y también sobre él el padre se inclina, lo invita a entrar, busca abrir su corazón al amor, para que ninguno quede excluido de la fiesta de la misericordia. La misericordia es una fiesta.

De este Dios misericordioso se dice también que es “lento para enojarse”, literalmente, “de largo respiro”, es decir, con el respiro amplio de la paciencia y de la capacidad de soportar. Dios sabe esperar, sus tiempos no son aquellos impacientes de los hombres; Es como un sabio agricultor que sabe esperar, da tiempo a la buena semilla para que crezca, a pesar de la cizaña (cfr Mt 13,24-30).

Y por último, el Señor se proclama “grande en el amor y en la fidelidad”. ¡Qué hermosa es esta definición de Dios! Aquí está todo. Porque Dios es grande y poderoso, pero esta grandeza y poder se despliegan en el amarnos, nosotros así pequeños, así incapaces. La palabra “amor”, aquí utilizada, indica el afecto, la gracia, la bondad. No es un amor de telenovela. Es el amor que da el primer paso, que no depende de los méritos humanos sino de una inmensa gratuidad. Es la solicitud divina que nada la puede detener, ni siquiera el pecado, porque sabe ir más allá del pecado, vencer el mal y perdonarlo.

Una “fidelidad” sin límites: he aquí la última palabra de la revelación de Dios a Moisés. La fidelidad de Dios nunca falla, porque el Señor es el Custodio que, como dice el Salmo, no se adormenta sino que vigila continuamente sobre nosotros para llevarnos a la vida:

«El no dejará que resbale tu pie:
¡tu guardián no duerme!
No, no duerme ni dormita
el guardián de Israel.
[...]
El Señor te protegerá de todo mal
y cuidará tu vida.
El te protegerá en la partida y el regreso,
ahora y para siempre» (121,3-4.7-8).

Y este Dios misericordioso es fiel en su misericordia. Y Pablo dice algo bello: si tú, delante a Él, no eres fiel, Él permanecerá fiel porque no puede renegarse a sí mismo, la fidelidad en la misericordia es el ser de Dios. Y por esto Dios es totalmente y siempre confiable. Una presencia sólida y estable. Es esta la certeza de nuestra fe. Y luego, en este Jubileo de la Misericordia, confiemos totalmente en Él, y experimentemos la alegría de ser amados por este “Dios misericordioso y bondadoso, lento para enojarse y grande en el amor y en la fidelidad”.





INTENCIONES
8

A cada intención respondemos:
¡Ayúdanos a ser compasivos y misericordiosos como Jesús!


·        Acompaña al Papa Francisco en su misión de anunciar y revelar el misterio del amor, proclamado por Jesús. Oremos…
·        Ilumina a la Iglesia para que cada día demuestre, con su actuar, la riqueza del amor, manifestado en Cristo Jesús. Oremos…
·        Haz que podamos descubrir en nuestros hermanos el rostro sufriente de Jesús. Oremos…
·        Te pedimos que nos ayudes a ser compasivos con nuestros hermanos que sufren, están desamparados y son excluidos de las riquezas de éste mundo. Oremos…
·        Ayúdanos a enfrentar, con paciencia y fortaleza, el camino de la enfermedad que nos doblega el espíritu y el cuerpo, cuando afecta nuestras vidas. Oremos…
·        Enséñanos a ser solidarios con todos nuestros hermanos que están pasando por momentos de dolor; convierte nuestra indiferencia, que es otra cara silenciosa de la violencia. Oremos…



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CORONILLA a Jesús Misericordioso  
9

Escribía Santa Faustina:

“Alienta a las personas a decir la coronilla que te he dado…
Quien la recite recibirá gran misericordia a la hora de la muerte.
Deseo conceder gracias inimaginables a aquellos que confían en mi misericordia…”

Presenta en el silencio de tu corazón tus intenciones

CORONILLA DE LA MISERICORDIA

Al comenzar:

PADRE NUESTRO…
AVEMARIA…
CREDO…
CUENTAS GRANDES
Padre eterno, te ofrezco el cuerpo
La sangre, el alma y la divinidad
De tu amadísimo Hijo
Nuestro Señor Jesucristo,
Para el perdón de nuestros pecados
Y los del mundo entero.
CUENTAS PEQUEÑAS
POR SU DOLOROSA PASIÓN,
Ten misericordia de nosotros y del mundo entero
Al finalizar las CINCO DECENAS
Santo Dios, Santo Fuerte,
Santo Inmortal, ten piedad de nosotros
Y del mundo entero

ORACIÓN FINAL (Celebrante)
“Oh Sangre y Agua que brotaste del Corazón de Jesús
Como fuente de misericordia para nosotros, en ti confío”





Oración de Protección
10

La Tradición nos enseña que San Miguel
preside el culto de adoración que se rinde al Altísimo y,
ofrece a Dios, las oraciones de los fieles
simbolizadas por el incienso que se eleva ante el altar.
La liturgia nos presenta a San Miguel
Como el que lleva el incienso que se eleva ante el altar.
El que está de pie ante el altar como nuestro intercesor.
El portador de las oraciones de la Iglesia ante el Trono de Dios.
A Él invocamos respondiendo RUEGA POR NOSOTROS!

- San Miguel,                                RUEGA POR NOSOTROS
- Perfecto adorador de Dios,
- Modelo de pronta obediencia,
- Leal servidor de Dios,

- Primer defensor de la fe,
- Primer testigo de Dios,
- Primer defensor de la justicia,

- Abogado nuestro,
- Justiciero de Dios,
- Espada de Dios,

- Defensor de los hijos de Dios,
- Esperanza de los combatientes,
- Intrépido soldado de Dios,
- Liberador de los oprimidos,

- Tú, a quien la Iglesia implora en nuestra última hora,
- Tú, cuya potente voz despertará a los muertos,
- Introductor de las almas al cielo,

Oremos
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén








Oración Año Jubilar
11

Recemos en dos coros, mujeres y varones,
La oración que el Santo Padre Francisco nos ha propuesto
Para éste año de la misericordia.
·        Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo, y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación.
·        Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena de buscar la felicidad solamente en una creatura; hizo llorar a Pedro luego de la traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido. Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: ¡Si conocieras el don de Dios!
·        Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso.
·        Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios.
·        Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y restituir la vista a los ciegos.
·        Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.




ORACION FINAL
12


Señor del perdón,
Que nos enviaste a tu Hijo único, Jesús,
Para que conozcamos el Camino, la Verdad y la Vida,
Te pedimos que nunca nos apartemos de la senda
Que nos conduce a tu divina misericordia.
Haz que por sus méritos podamos alcanzar la felicidad
Y la vida eterna,
Junto a todos tus hijos en el Reino de los Cielos.
A Ti, que vives y reinas, por los siglos de los siglos.
Amén.





Despedida
13

Querida Familia de Dios,
Después de contemplar el Rostro de la Misericordia
debemos poner en acción lo que Dios inspiró y despertó en nuestro interior.

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