viernes, 18 de noviembre de 2016

II CERCO DE LA MISERICORDIA - Sexta Jornada


II CERCO DE LA MISERICORDIA
COMUNIDAD PIEDRAS VIVAS
Parroquia San Miguel Arcángel

¡Paz y Bien, Familia!

La “sexta jornada” del Cerco de la Misericordia nos coloca en los umbrales de la semana santa.

Son los méritos de las Preciosas Llagas del Señor los que clamamos en ésta jornada en que pedimos como Zaqueo una intervención grande y poderosa del Señor en nuestras vidas, una intervención que trastoque toda nuestra vida.
Un día como el de Bartimeo, que ciego, sólo a tientas podía andar por la vida clamando tener VISIÓN.

El día a día nos acerca a muchos que están prisioneros aún estando libres.
Existen presos que no están detrás de barrotes de hierro.
Existen presos entre nosotros.
Presos por vicios. Presos por pecados ocultos.
Presos de odios; Presos de recuerdos;
A ellos hoy el Señor quiere visitar!

La vida familiar es una construcción diaria. Una construcción hecha de mucho amor y mucha renuncia.
Si los egoísmos no quedan fuera de los umbrales de una casa, nada podrá edificarse realmente. Todo será una ilusión que tarde o temprano se derrumbará.
La PACIENCIA es una de las virtudes que más debemos incentivar entre nosotros. Una paciencia semejante a la de nuestro Padre Dios.

Desde el corazón Eucarístico de San Miguel Arcángel, ofrecemos nuestra oración de intercesión por ustedes, queridos miembros de la Gran Familia Piedras Vivas para que, como en un nuevo Pentecostes, el Espíritu incendie los corazones de todos en ése hogar!

Y como siempre sugerimos preparar un espacio oracional.
Recuerden que somos un todo, una unidad, por eso, para que todo nuestro ser “comprenda desde lo más exterior” que éste momento es “especial” les invitamos a preparar con esmero un “espacio oracional”

¡En el centro del “altar familiar” LA PALABRA, siempre La PALABRA!

¡Que no falte la Luz!, -Jesús es la Luz que todo lo penetra!- y un pequeño cirio encendido nos recordará siempre la presencia silenciosa de Aquel que arde de Amor por cada uno de nosotros.
Sería oportuno disponer de un ícono de Jesús Misericordioso y no olviden tener a mano el Rosario;


¡Dios Bendiga este Cerco!
¡Lluvia de Gracias,
querida Familia Piedras Vivas!


UN TIEMPO OPORTUNO PARA CAMBIAR DE VIDA

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GUÍA Jornada 6
BIENVENIDA

Queridos amigos del cerco,
durante seis días venimos haciendo camino
camino de intercesión, de adoración,
¡de rendición al señor!
seis noches en que
hemos comprendido que es éste
un tiempo de gracia;
un tiempo en el que somos llamados a peregrinar juntos…
un tiempo para comprender que la misericordia de Dios
tiene un rostro concreto: Jesucristo, nuestro Señor;

Durante este tiempo el señor nos ha instruido,
nos ha enseñado y mostrado que es posible
acoger, abrigar y consolar al hermano con alegría,
que es posible, con su auxilio, ir más allá de la justicia,
cuando abrazamos la misericordia y el perdón;
cuando permitimos que el amor nos conduzca.
Hoy podemos celebrar y ¡hemos celebrado!
Al congregarnos, aún a la distancia,
desde los confines del mundo en Ushuaia, hasta los extremos de nuestro continente en la lejana Venezuela o Colombia
hemos tomado conciencia que todo es gracia.
y que el único artífice es Aquel que está sobre todo nombre,
Aquel que reina, que pastorea,
y  sale al encuentro.
Inundemos nuestro hogar de alabanza;
llenemos nuestros corazones, nuestros rostros
de la alegría que no pasa…

CANTO
EL SEÑOR ES REY, EL SEÑOR ES MI PASTOR Y REY
                                                           EN EL CIELO ESTÁ, ¡ÉL ESTÁ!
EN EL MAR ESTÁ, ¡ÉL ESTÁ! EN LA EXTENSIÓN DEL INFINITO!
SI VACILANTE VOY, YA NO TEMERÉ… ¡PORQUE EL SEÑOR ESTÁ CONMIGO!



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PRESENTACIÓN DEL TEMA
1

El Señor es quien nos congrega,
y nosotros podemos decir
que tenemos un solo corazón latiendo por él;
un solo corazón lleno de ansias de ser transformados por el poder del amor.
éste “ser un solo corazón” no quita ni anula la diversidad.
En Jesús la unidad no es uniformidad.
El rostro del pueblo de Dios tiene rastros del rostro de Cristo.
y a la vez encierra rastros de dolores aún presentes;
Huellas y marcas trazados por angustias, odios,
resentimientos, antipatías, enojos, quejas y decepciones.
El rostro de cada uno de nosotros es también un reflejo del rostro y los rastros de nuestro corazón.
Un corazón que venimos a poner delante de  Aquel que tiene todo poder.
A éste sexta jornada llegamos esperanzados porque la invitación a dejarnos transformar,
¡es para todos!
Para vos y para mí! Para los que estamos aquí
y los que aún estando bajo el mismo techo, esperan el toque de la gracia.
Es para los hombres de buena voluntad y
y para los que son movidos aún por las oscuras fuerzas del mal.

Este es el tiempo oportuno para dejarse tocar el corazón.
Tiempo oportuno para cambiar de vida.
El primer cambio puede y debe ocurrir dentro de nosotros;
Sabemos que estamos en una batalla,
nos conocemos y sabemos que nos acobardamos fácilmente,
porque cambiar exige esfuerzo, exige renuncias,
y aunque pueda parecernos que a veces estamos vencidos
hay algo que nunca nos será arrebatado,
¡el fuego que en nosotros esta!

Hoy vamos a clamar el cambio del corazón familiar;
El corazón de nuestras familias está enfermo.
Y es en el centro de nuestros hogares donde quiere encarnarse la misericordia.

Vamos a pedir también descubrir las raíces que impiden el cambio.
En  San Miguel cada viernes vemos como un árbol se va llenando de frutos…
Esos frutos son las obras de misericordia.
Un árbol de raíces enfermas no puede dar frutos.
Necesitamos asumir el estado de nuestras raíces.
Pidamos a María santísima,
a aquella que presente en una boda le dijo a su hijo:
“se terminó el vino…”
sople en los oídos de su hijo las mismas palabras…


CANTO
Oh, mi Señora y también, mi mamá,
Yo me ofrezco enteramente a Vos y como prueba
De mi devoción en este día yo te doy mi corazón
Te consagro mis ojos, mis oídos y mi boca,
Todo lo que soy deseo que a Ti te pertenezca
Incomparable Madre, guárdame y defiéndeme
Como cosa y propiedad Tuya, Amen.


Por haber dicho Sí a la VOLUNTAD Del Padre.
Dios te Salve María….
Por Tus entrañas de Misericordia.
Dios te Salve María….
Porque eres CONSUELO DEL TRISTE y SALUD de los ENFERMOS…
Dios te Salve María….




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INVOCACION ESPIRITU SANTO
2


Señor, aquí y ahora,
Mientras nuestros ojos te procuran
Pedimos humildemente, y desde el corazón,
Que nos ayudes a superar todas y cada una de las pruebas,
Tormentos, pecados y muros
Que nos dividen, debilitan, hieren y condenan;
Hoy decidimos esforzarnos y ser valientes para buscarte,
Para oír Tu voz y obedecer Tu Voluntad para con nosotros.
Nos disponemos a seguir cada una de Tus instrucciones
Y al signarnos en Tu Nombre, pedimos que
las fuerzas del mal huyan de éste hogar...

Nos persignamos diciendo:
+ ¡Abre, Señor mi mente!
+ ¡Abre, Señor, mis labios!
+ ¡Abre, Señor mi corazón;
Para que pueda recibir y anunciar Tu Palabra!

El Padre o Madre de Familia que preside:

“Padre Bueno,
gracias por permitirnos estar nuevamente en Tu compañía,
humildemente reconocemos que alejarnos de Ti
es tristeza, desasosiego y enfermedad para nuestro espíritu, alma y cuerpo,
pero el acercarnos, es el bien, y es disfrutar de Tu amor, y salud.
Renovamos nuestra entrega a Ti en esta noche,
rindiendo nuestras vidas a tu señorío, para que Tu Santo Espíritu traiga la armonía y el equilibrio que todo ser necesita.
Te amamos y te adoramos en todo momento,
En nuestras alegrías y medio de nuestras penas.
¡Abre Tus entrañas y desde el pecho abierto de Tu Hijo,
Bendícenos con Espíritu Santo!

DECIMOS JUNTOS:

Ven, Espíritu Santo, atiéndenos,
Espíritu del Padre, vivifícanos,
Espíritu del Hijo, sálvanos.
Oh Amor eterno, llénanos,
Con tu fuego, inflámanos,
Con tu luz, ilumínanos.
Fuente viva, sácianos,
De nuestros pecados, lávanos.
Por tu unción, fortalécenos.
Por tu consuelo, confórtanos.
Por tu gracia, guíanos.
Por tus ángeles, protégenos.
No permitas jamás que nos separemos de Ti,
Dios Espíritu Santo, escúchanos.
Con el dedo de tu gracia, tócanos.
Vierte en nosotros el torrente de la virtud.
Fortalécenos con tus dones,
Y con tus frutos, refrigéranos.
Líbranos del maligno enemigo,
En la última batalla, úngenos,
A la hora de la muerte, defiéndenos.
Entonces llámanos hacia Ti,
Para que con todos los santos
Alabemos al Padre, al Hijo y a Ti,
Consolador piadoso y eterno. Amén

Aquel que es el Morada de Dios entre los hombres,
El divino Espíritu, está aquí,
Abrazando y tocando la vida de cada uno de nosotros.
Ese Espíritu está aquí, Actuando con Poder

La “madre” del hogar:
Envía Tu Luz sobre nosotros, Espíritu Santo,
Luz que descubra en nosotros las huellas del pecado
que distorsionan el Proyecto de Amor;
Aquel proyecto que pensaste y soñaste
Para cada uno de nosotros
Y nuestros hogares.
INCENDIA en esta jornada nuestros corazones.
PURIFICA nuestros pensamientos alejados de los Tuyos.
HÁBLANOS al oído,
HÁBLANOS por el hermano, por los gestos.
HÁBLANOS en los silencios.
Llena todos los espacios y haz de esta día
Una DÍA DE ENCUENTRO CONTIGO.
Si es preciso mándanos subir alto, bien alto,
Como NICODEMO.
Pero no permitas que volvamos al ruedo, a la batalla,
Sin contar con Tu Bendición,
Porque para Ti, Dios y Señor,
Nada es imposible.
Porque sabemos que Contigo todo puede ser cambiado,
Ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos.
Amén.
           
FAMILIA
Tú eres santo, Señor Dios único, que haces maravillas.
Tú eres fuerte, Tú eres grande, Tú eres altísimo,
Tú eres rey omnipotente, Tú, Padre santo,
Rey del cielo y de la tierra.
Tú eres trino y uno, Señor Dios de dioses,
Tú eres el bien, todo el bien, el sumo bien,
Señor Dios vivo y verdadero.
Tú eres amor, caridad; Tú eres sabiduría, Tú eres humildad,
Tú eres paciencia, Tú eres belleza,
Tú eres mansedumbre, Tú eres seguridad,
Tú eres quietud, Tú eres gozo,
Tú eres nuestra esperanza y alegría,
Tú eres justicia, Tú eres templanza,
Tú eres toda nuestra riqueza y satisfacción.
Tú eres belleza, Tú eres mansedumbre;
Tú eres protector, Tú eres custodio y defensor nuestro;
Tú eres fortaleza, Tú eres refrigerio.
Tú eres esperanza nuestra, Tú eres fe nuestra,
Tú eres caridad nuestra,
Tú eres toda dulzura nuestra,
Tú eres vida eterna nuestra:
Grande y admirable Señor,
Dios omnipotente, misericordioso Salvador.




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FRENTE AL SANTISIMO SACRAMENTO
3

(Sólo si la celebración la estás viviendo comunitariamente delante del Santísimo Sacramento en una Iglesia o capilla te invitamos a cantar…

PARA ADORAR FUE QUE NACÍ, para exaltarte a Ti, Señor
Para adorar, fue que nací, para exaltar Tu Santo Nombre.
Mi alma, tiene sed, de Ti
Y mi espíritu, necesita de Ti.

Si estás en tu hogar recita el Salmo 23

Jesús, como Zaqueo queremos conocerte mejor,
pero hay muchas cosas que nos lo impiden y nos distraen.
Venimos a esta oración dispuestos a encontrarnos contigo.
Míranos Señor, con ese amor con que miraste a Zaqueo,
ven a hospedarte en nuestras almas, prometemos no dejarte ir nunca más.

Jesús, nosotras, las mujeres de esta casa, como Marta y María,
Queremos conocerte mejor.
Pero hay cosas, situaciones,
que nos impiden entregarnos a Ti.
Míranos Señor, queremos hacer de nuestras casas,
Un lugar para vos, un lugar como era Betania.
Que puedas hospedarte en cada uno de nuestros corazones,
y no te vayas nunca más.

Jesús, nosotros los varones, como Bartimeo, queremos conocerte mejor.
Nuestra ceguera espiritual es honda,
es profunda, llena de oscuridades y misterios.
Nuestra ceguera espiritual hiere Tu Corazón.
Te suplicamos:
Que veamos claramente la maldad de nuestros pecados
Y  nos arrepintamos sinceramente de todos ellos.
Que veamos Tu presencia y entendamos que nunca nos abandonas;
Que veamos Tu rostro en el rostro de nuestro prójimo;
Que veamos Tus huellas en el camino
para que también podamos seguirte.

Jesús, nosotras como ANA la profetisa,
Hace años visitamos Tu templo.
Queremos conocerte mejor.
Nuestra relación contigo se basa en la fe,
Una fe que nos permite percibir lo que nuestros sentidos no pueden.
Esperamos y confiamos en tu misericordia;
Nos abandonamos en tu Providencia;
Sabemos que por tu amor, encontraremos en Ti la paz que buscamos.

Jesús, como el Centurión Romano,
te buscamos necesitados y confiados.
Queremos que nuestros corazones estén llenos de la confianza
Con que oró el Centurión a favor de su criado,
De la confianza con que oraron los leprosos, los ciegos,
Los paralíticos que se acercaban a Ti;
Ellos bien sabían que tus oídos y Tu corazón
estaban siempre abiertos para oír y remediar sus males.
Queremos ser igual, Señor.


Padre o Madre de Familia
Padre Celestial,
Nosotros Te alabamos, adoramos y glorificamos.
Exaltamos Tu Nombre, Tu Gloria y Tu poder.
Agradecemos las maravillas que has realizado a favor de Tu Pueblo
Y, postrados nuestros corazones delante de Tu Hijo,
Te decimos:

MUJERES
Misericordia divina, que brota del seno del Padre, Confío en ti.
VARONES
Misericordia divina, de la que proviene toda la vida y felicidad,
Confío en ti.
MUJERES
Misericordia divina, que envuelve todo el universo,
Confío en ti
VARONES
Misericordia divina, fuente de milagros y prodigios, Confío en ti.
MUJERES
Misericordia divina que desciendes al mundo en la Persona
Del Verbo encarnado, confío en ti.
VARONES
Misericordia divina, que brotó de la llaga abierta del
Corazón de Jesús, confío en ti
MUJERES
Misericordia divina, encerrada en el corazón de Jesús, por nosotros y sobre todo para los pecadores, Confío en ti
VARONES
Misericordia divina que nos acompañas por toda la vida, Confío en ti.
MUJERES
Misericordia divina que nos elevas de toda miseria, confío en ti.
VARONES
Misericordia divina, en la que todos somos sumergidos, Confío en ti
MUJERES
Misericordia divina, dulce consuelo para los corazones atormentados,
Confío en ti
VARONES
Misericordia divina única esperanza de los desesperados, confío en ti.
MUJERES
Misericordia divina, reposo de los corazones, paz en medio de los miedos, confío en ti.
VARONES
Misericordia divina, que despiertas la confianza donde no hay esperanza, confío en ti.

Padre o madre de Familia
Eterno Dios,
En quien la misericordia es insondable
Y el tesoro de la compasión es inagotable,
Míranos favorablemente y multiplica en nosotros
Tu misericordia,
para que no nos desesperemos en los momentos difíciles,
Ni nos desanimemos,
Pero que nos sometamos con gran confianza
A Tu Santa Voluntad,
Que es amor y la propia misericordia.
Tu perdón nos llega a todos como una bendición,
borra nuestros pecados y rebeldías.

Tú bendices y declaras inocentes,
a los que no actuamos con malicia.
Mientras callamos nuestros pecados,
se envejecieron nuestros huesos
y las fuerzas se nos fueron acabando de tanto llorar.
Pero te los confesamos y no ocultamos nuestra maldad,
nos decidimos a reconocerte que habíamos sido rebeldes contigo,
y Tú, Dios y Señor, nos perdonaste,
por eso los que Te amamos oramos a Ti
en todos los momentos de angustia”.
Amén
(Hacemos un breve silencio)



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ORACIÓN A LOS PIES DEL SEÑOR
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Si la celebración es frente al Santísimo, puestos de rodillas.
Si estamos en nuestros hogares, puestos de rodillas, podemos hacer un momento de silencio, cerrar los ojos y contemplar con el Corazón el Sagrario que acostumbramos visitar. Imaginamos que nuestro corazón está en ése lugar en éste momento y recitamos la oración

Pidamos a Jesús todos juntos
Que la Fuerza y el Poder de la Misericordia
Haga nuevas todas las cosas en nosotros

•  Señor, para obtener la gracia de ser misericordiosos con los demás deseo transformarme en Tu misericordia y ser un vivo reflejo de Ti, ¡Oh, Señor! Que este más grande atributo de Dios, es decir, Su insondable misericordia, pase a través de mi corazón y mi alma al prójimo.
•  Ayúdame Señor, a que mis ojos sean misericordiosos para que yo jamás sospeche o juzgue según las apariencias, sino que juzgue lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarle.
•  Ayúdame Señor, a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.
•  Ayúdame Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás critique a mi prójimo sino que tenga una palabra de consuelo y de perdón para todos.
•  Ayúdame Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer solo el bien a mi prójimo y cargar sobre mí las tareas más difíciles y penosas.
•  Ayúdame Señor, a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. Mi reposo verdadero está en el servicio a mi prójimo.
•  Ayúdame Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo. A nadie rehusaré mi corazón. Seré sincero incluso con aquellos de los cuales sé que abusarán de mi bondad. Y yo mismo me encerraré en el misericordiosísimo Corazón de Jesús. Soportaré mis propios sufrimientos en silencio. Que Tu misericordia, oh Señor, repose dentro de mí.
•  Señor mío, transfórmame en Tí,  porque Tú lo puedes todo.




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LITURGIA DE LA PALABRA
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Tomamos nuestras Biblias y buscamos en el
Evangelio según san LUCAS, capítulo 19
Versículos 1-10

Jesús entró en Jericó y atravesaba la cuidad.
Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era el jefe de los publicanos.
El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura.
Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí,
Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa».
Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo:
«Se ha ido a alojar en casa de un pecador».
Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: «Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más».
Y Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombres es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

Palabra de Dios.




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SALMO 50
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Buscamos en nuestras Biblias el Salmo 50 (51)

Ten piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado!

Porque yo reconozco mis faltas
y mi pecado está siempre ante mí.
Contra ti, contra ti solo pequé
e hice lo que es malo a tus ojos.

Por eso, será justa tu sentencia
y tu juicio será irreprochable;
yo soy culpable desde que nací;
pecador me concibió mi madre.

Tú amas la sinceridad del corazón
y me enseñas la sabiduría en mi interior.
Purifícame con el hisopo y quedaré limpio;
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.

Anúnciame el gozo y la alegría:
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta tu vista de mis pecados
y borra todas mis culpas.

Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
que tu espíritu generoso me sostenga:
yo enseñaré tu camino a los impíos
y los pecadores volverán a ti.

¡Líbrame de la muerte, Dios, salvador mío,
y mi lengua anunciará tu justicia!
Abre mis labios, Señor,
y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen;
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:
mi sacrificio es un espíritu contrito,
tú no desprecias el corazón contrito y humillado.

Trata bien a Sión por tu bondad;
reconstruye los muros de Jerusalén,
Entonces aceptarás los sacrificios rituales
–las oblaciones y los holocaustos–
y se ofrecerán novillos en tu altar.




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Escuchando al Santo Padre
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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El pasaje del Evangelio de Lucas que hemos escuchado (7,11-17) nos presenta un milagro de Jesús verdaderamente grandioso: la resurrección de un joven. Sin embargo, el corazón de esta narración no es el milagro, no: sino la ternura de Jesús hacia la madre de este joven.
La misericordia toma aquí el nombre de una gran compasión hacia una mujer que había perdido al marido y que ahora acompaña al cementerio a su único hijo. Es este gran dolor de una madre que conmueve a Jesús y lo induce al milagro de la resurrección.
Al presentar este episodio, el evangelista se entretiene en muchos particulares. En la puerta de la ciudad de Naím – un pueblo – se encuentran dos grupos numerosos que provienen de direcciones opuestas y que no tienen nada en común. Jesús, seguido por sus discípulos y por una gran multitud está por entrar en la zona habitada, mientras de ella está saliendo la procesión fúnebre que acompaña a un difunto, con la madre viuda y mucha gente.
Ante la puerta los dos grupos se acercan solamente recorriendo cada uno por su propio camino, pero es ahí que san Lucas precisa el sentimiento de Jesús: «Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: ¡No llores! Después se acercó y tocó el féretro. Los que los llevaban se detuvieron» (vv. 13-14).
Una gran compasión guía las acciones de Jesús: es Él quien detiene la procesión tocando el féretro y, conmovido por una profunda misericordia por esta madre, decide afrontar la muerte, por así decir, de tú a tú. Y la afrontará definitivamente, de tú a tú, en la Cruz.
Durante este Jubileo, sería una buena cosa que, al pasar por la Puerta Santa, la Puerta de la Misericordia, los peregrinos recordaran este episodio del Evangelio, sucedido en la puerta de Naím. Cuando Jesús vio a esta madre en lágrimas, ¡ella entró en su corazón! A la Puerta Santa cada uno llega llevando la propia vida, con sus alegrías y sus sufrimientos, los proyectos y los fracasos, las dudas y los temores, para presentarlas a la misericordia del Señor.
Estemos seguros que, ante la Puerta Santa, el Señor se acerca para encontrar a cada uno de nosotros, para llevar y ofrecer su poderosa palabra consoladora: “¡No llores!” (v. 13). Ésta es la Puerta del encuentro entre el dolor de la humanidad y la compasión de Dios. Y pensemos en esto: un encuentro entre el dolor de la humanidad y la compasión de Dios.
Cruzando el umbral nosotros realizamos nuestra peregrinación hacia la misericordia de Dios que, como al joven muerto, repite a todos: «Yo te lo ordeno, levántate» (v.14). A cada uno de nosotros: “levántate”. Dios nos quiere de pie. Nos ha creado para estar de pie: por esto, la compasión de Jesús lleva a aquel gesto de la curación, a curarnos… Y la palabra clave es: “Levántate”. Ponte de pie, como te ha creado Dios”. De pie… “Pero padre, nosotros caemos muchas veces”. “Adelante, levántate”. Esta es la palabra de Jesús, siempre.
Al cruzar la Puerta Santa, tratemos de sentir en nuestro corazón esta palabra: “Levántate”. La palabra poderosa de Jesús puede levantarnos y obrar también en nosotros el paso de la muerte a la vida. Su Palabra nos hace revivir, dona esperanza, consuela los corazones cansados, abre a una visión del mundo y de la vida que va más allá del sufrimiento y de la muerte. ¡En la Puerta Santa esta esculpido para cada uno el inagotable tesoro de la misericordia de Dios!
Alcanzado por la Palabra de Jesús, «el muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre» (v. 15). Esta frase es tan bella, indica la ternura de Jesús: “Lo restituyó a su madre”. La madre encuentra al hijo. Recibiéndolo de las manos de Jesús ella se hace madre por segunda vez, pero el hijo que ahora le es restituido no es de ella de quien ha recibido la vida.
Madre e hijo reciben así la respectiva identidad gracias a la palabra poderosa de Jesús y a su gesto amoroso. Así, especialmente en el Jubileo, la madre Iglesia recibe a sus hijos reconociendo en ellos la vida donada por la gracia de Dios. Es en virtud de tal gracia, la gracia del Bautismo, que la Iglesia se hace madre y que cada uno de nosotros se hace su hijo.
Ante el joven resucitado a la vida y restituido a la madre, «todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: ¡Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo!». Cuanto Jesús ha hecho no es por lo tanto solo una acción de salvación destinada a la viuda y a su hijo, o un gesto de bondad limitada a aquella ciudad.
En la ayuda misericordiosa de Jesús, Dios va al encuentro de su pueblo, en Él surge y continuará a surgir para la humanidad toda la gracia de Dios. Celebrando este Jubileo, que he querido que fuera vivido en todas las Iglesias particulares, es decir, en todas las iglesias del mundo, y no solo en Roma, es como si toda la Iglesia extendida por el mundo se uniera en un único canto de alabanza al Señor. También hoy la Iglesia reconoce ser visitada por Dios.
Por esto, acercándonos a la Puerta Santa de la Misericordia, cada uno sabe de acercarse a la puerta del corazón misericordioso de Jesús: es Él de hecho la verdadera Puerta que conduce a la salvación y nos restituye a una vida nueva. La misericordia, sea en Jesús sea en nosotros, es un camino que parte del corazón para llegar a las manos… ¿Qué cosa significa esto? Jesús te mira, te cura con su misericordia, te dice: “Levántate”, y tu corazón es renovado. Pero esto del camino del corazón a las manos… “Eh, si, ¿Y ahora qué hago yo?
Con el corazón nuevo, con el corazón sanado por Jesús realizo las obras de misericordia con las manos, y trato de ayudar, de sanar a muchos que tienen necesidad”. La misericordia es un camino que parte del corazón y llega a las manos, es decir, a las obras de misericordia. Gracias.



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INTENCIONES
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A cada intención respondemos:
¡Ayúdanos a cambiar de vida y a convertir nuestro corazón!

•Te rogamos que protejas y acompañas al papa Francisco para que siga denunciando con firmeza las injusticias y las desigualdades de este mundo. Oremos…
•Para que la Iglesia siga siendo fiel a su misión profética de denunciar todo aquello que atente contra la vida humana. Oremos…
•Ayúdanos a tomar conciencia y liberarnos de todo sistema corrupto, que destruye nuestras vidas y la de nuestros hermanos. Oremos…
•Te pedimos por los que más tienen, para que toques su corazón y los hagas sensibles frente a las necesidades de los más pobres. Oremos…
•Ayúdanos a ser cada día más comprometidos, denunciando toda clase de opresión y esclavitud, sometimiento y corrupción. Oremos.
•Haz que podamos cambiar, con nuestras actitudes de vida, todo sistema que conduce a la insensibilidad social. Oremos…




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CORONILLA a Jesús Misericordioso
9

Escribía Santa Faustina:

“Los dos rayos significan la Sangre y el Agua.
El rayo pálido significa el Agua que justifica a las almas.
El rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas…
Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de Mi misericordia cuando Mi Corazón agonizante
Fue abierto en la cruz por la lanza.
Estos rayos protegen a las almas de la indignación de Mi Padre.
Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos,
Porque no le alcanzará la justa mano de Dios”
Diario ·229 p.153

Presenta en el silencio de tu corazón tus intenciones

CORONILLA DE LA MISERICORDIA

Al comenzar:

PADRE NUESTRO…
AVEMARIA…
CREDO…
CUENTAS GRANDES
Padre eterno, te ofrezco el cuerpo
La sangre, el alma y la divinidad
De tu amadísimo Hijo
Nuestro Señor Jesucristo,
Para el perdón de nuestros pecados
Y los del mundo entero.
CUENTAS PEQUEÑAS
POR SU DOLOROSA PASIÓN,
Ten misericordia de nosotros y del mundo entero
Al finalizar las CINCO DECENAS
Santo Dios, Santo Fuerte,
Santo Inmortal, ten piedad de nosotros
Y del mundo entero

ORACIÓN FINAL (Celebrante)
“Oh Sangre y Agua que brotaste del Corazón de Jesús
Como fuente de misericordia para nosotros, en ti confío”






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Oración de Protección
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Habiendo implorado la Misericordia Divina,
Pidamos ahora que la Preciosa Sangre de Jesús
Nos cubra, nos guarde y nos libere de todo mal.
Rezamos  TODOS la ORACIÓN DE SELLAMIENTO.
Permitiendo que se vuelva un eco en nuestro corazón.
Les Invitamos a PONERSE DE RODILLAS.

•Señor Jesús, hoy quiero que selles mi vida personal con todas mis pertenencias:
•Yo sello mi salvación con la preciosa sangre de Jesús.
•Yo sello mis sentimientos, con la preciosa sangre de Jesús, para que todos mis afectos sean cubiertos.
•Yo sello mis inquietudes con la preciosa sangre de Jesús, para estar seguro de alcanzar la respuesta a mis necesidades.
•Yo sello mi corazón para que no entre ningún espíritu de rencor, miedo, tristeza, amargura.
•Yo sello mi voluntad para que esté dispuesta siempre a hacer el bien que yo quiero, y a no hacer el mal que no quiero.
•Yo sello mi mente para que entre sólo pensamientos que me permitan alcanzar el gozo, la paz, para que cambiando mi manera de pensar, cambie mi manera de vivir.
•Yo sello con la preciosa sangre de Jesús mi cuerpo para que reciba la salud, sea protegido del pecado, de enfermedades, adulterios y accidentes.
•Yo sello con la preciosa sangre de Jesús mi pasado para que toda herida que esté haciendo daño quede sanada con tu sangre bendita.
•Yo sello mi presente para que todas mis actividades sean cubiertas con tu sangre protectora.
•Yo sello mi futuro para que mis planes y proyectos sean preservados de toda influencia del mal.
•Yo sello con la preciosa sangre de Jesús mis hijos para que sean protegidos.
•Yo sello mi economía, enséñame a dar para recibir.
•Yo sello mi boca para que mis palabras sean de bendición y no de maldición.
•Yo sello mis oídos para que solo escuche la voz de Dios y así hacer su voluntad.
•Yo sello mis manos para que trabajen en tu obra y para beneficio de los demás. Amén.            



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Oración Año Jubilar
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Recemos en dos coros, mujeres y varones,
La oración que el Santo Padre Francisco nos ha propuesto
Para éste año de la misericordia.

·        Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo, y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación.
·        Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena de buscar la felicidad solamente en una creatura; hizo llorar a Pedro luego de la traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido. Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: ¡Si conocieras el don de Dios!
·        Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso.
·        Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios.
·        Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y restituir la vista a los ciegos.
·        Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.



G6
ORACION FINAL
12


Señor de la fortaleza y el perdón.
Te pedimos que vengas en nuestro auxilio
Y nos orientes cuando estamos perdidos,
Alejados de ti y de nuestros hermanos.
Haz que podamos acercarnos a ti con un corazón contrito
Y arrepentido y que,
Por los méritos de la preciosa sangre de tu Hijo, Jesucristo,
Nuestros pecados sean perdonados
Y podamos alcanzar la felicidad y la vida en plenitud.
¡Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor!
¡Amén!



G6
Despedida
13

El corazón del Cerco es la Presencia Viva del Señor.
En ésa presencia hemos descubierto un Manantial de Amor
Que es Fuerza y Poder en la Iglesia.
Fuerza de Amor que hace crecer el Reino entre nosotros.

+Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en un principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos.
Amén.


Textos: Comunidad Piedras Vivas 2016

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