“Solo hemos hecho lo que teníamos que hacer.” (Lucas 17, 10)
Cuando leemos el pasaje de hoy, seguramente pensamos que este patrón era abusivo y demasiado exigente con el empleado. Esto se debe a que en la sociedad actual no se ve esta clase de vasallo, que en tiempos de Cristo era más bien lo que hoy consideraríamos un esclavo: alguien totalmente obligado a obedecer a su patrón en todo y desprovisto de todo derecho.
El sirviente trabajaba largas horas sin la menor posibilidad de cuestionar ninguna orden. Si no comprendemos este concepto, no captaremos el sentido de lo que Jesús dijo. Todos fuimos creados para ser siervos en el Reino de Dios. Por lo tanto, tenemos una tarea específica que cumplir; y si la realizamos de buena gana y con esmero, estaremos haciendo nada más que aquello para lo cual fuimos creados. ¿De qué manera podemos servir bien?
La Escritura dice: “La obra de Dios consiste en que crean en aquel a quien él ha enviado” (Juan 6, 29). Jesús también dijo: “Si me aman, cumplirán mis mandamientos” (Juan 14, 15). Cuando los servidores obedecemos a Dios, no hacemos nada más que cumplir con nuestro deber y el Señor no tiene obligación alguna de hacer nada en retribución.
El favor que nos demuestra el Señor de tantas maneras se debe única y exclusivamente a su gran amor, a su pura y divina misericordia. Pero nosotros, siendo fieles a su mandamiento de amar a nuestros hermanos y hermanas y de amarlo y servirlo a él, demostramos que realmente creemos en el Mesías de Dios, que lo amamos y queremos complacerle. Así estaremos haciendo solo lo que nos corresponde hacer.
Jesús hizo una promesa a todos los que fielmente le sirven: “Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando” (Juan 15, 14). Si Cristo fuera igual a nosotros, esta declaración tendría poco valor; pero siendo él nuestro Creador y Salvador, sus promesas son absolutamente verdaderas y dignas de toda confianza. En resumen, lo mejor que podemos hacer los fieles es cumplir nuestras obligaciones cabalmente y de la mejor manera posible, pues ese es nuestro deber de cristianos.
“Señor Jesús, ayúdame a entender que, por mi propio bien, debo cumplir fielmente todo lo que tú me mandes. Enséñame que la fidelidad me permite gozar de la comunión con mi Padre. Señor Jesús, quiero ser tu fiel servidor.”Tito 2, 1-8. 11-14
Salmo 37(36), 3-4. 18. 23. 27. 29
fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros
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