Al llegar la noche y, habiendo vivido la jornada Contigo,
no es difícil proclamar que sólo Tú,
mi Señor y Maestro;
Salvador y Redentor mío,
eres mi sustento.
Tú has sido y serás Aquel en quien mi vida
encuentre sosiego;
Tú has sido y serás Aquel en quien mi vida
encuentre su sentido;
Sólo a Tí tienden mis pensamientos,
mis deseos más hondos
y mi esperanza más cierta...
Por eso te digo ¡Gracias!
Porque Tú Amor siempre Fiel,
vuelve una y otra vez a abrazar mis miserias más hondas,
mis penas y mis alegrías.
Porque sólo Tú, Amor siempre Fiel,
vienes a poner Tu morada en mi pobreza.
Amén.
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