lunes, 7 de noviembre de 2016

Mira siempre el tesoro que cada persona es

Mira siempre el "tesoro" y nunca el "terreno"


Jesús hizo milagros en muchas ciudades, excepto en su tierra, en Nazareth, porque el pueblo no creía. Jesús tenía las semillas pero no encontró en su ciudad un terreno preparado por plantar, todo lo que quería hacer no pudo por causa de la incredulidad de los nazarenos.

Cuando ellos vieron los milagros que Jesús estaba haciendo en todos los otros lugares, se preguntaron: ¿No es este el hijo del carpintero José, el hijo de María?. Ellos cuestionaban a Jesús, no miraban el tesoro, apenas el cuerpo. Por eso, Lo perdieron. Entonces él dejó la ciudad y fue hacia Cafarnaúm, y a partir de allí predicó y realizó milagros en muchos otros lugares.

Nosotros muchas veces también miramos apenas "el terreno", no el tesoro que hay en él. Así también sucede con los sacerdotes, pues el Señor nos transmitió el poder de perdonar los pecados y de predicar Su Palabra. Nosotros somos los transmisores de Jesús-Palabra, por lo tanto nuestro sacerdocio es Jesús en nosotros. Los sacerdotes somos como un "terreno" que tiene un tesoro.

Cuando mires un sacerdote, mira siempre "su tesoro" y no "el terreno", porque todos nosotros, sacerdotes y consagrados, tenemos muchas limitaciones, muchos defectos. Ninguno de nosotros es cien por ciento aceptado, acogido y aprobado por todos, porque las personas perciben nuestras fallas. Cuando miran la humanidad de un consagrado acaban perdiendo ese "tesoro" de vista.

Tú que tienes consagrados en tu comunidad, en tu diócesis, mantén siempre tus ojos abiertos a la realidad, pero no fijes tus ojos apenas en el "terreno", sino en el "tesoro" que hay en ellos.
Acoge a tu párroco aún con todos los defectos que él tiene.
Ama a tu sacerdote, a tus consagrados, reza por ellos, porque ellos son los pastores que cuidan de ti y de todas las otras personas.
Ellos son el pastor que el propio Jesús colocó allí.

Explora el tesoro que hay en ellos.
Ellos son los únicos que pueden transformar el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Jesús. Ellos son la propia presencia del Señor.
Si cultivas el terreno, que es el sacerdote, los consagrados, si vas a Misa, siente la presencia de Jesús en la Celebración de la Eucaristía que se celebra.
Cuando un sacerdote es acogido con amor, nuestros ojos cambian y comenzamos a verlo de manera diferente.
Si amas a tus consagrados, ellos cambiarán.

Aquí en Canción Nueva nosotros repetimos muchas veces: "El Amor vencerá".
Mis hermanos, les puedo afirmar que el amor ya venció.
Les suplico hoy que se dispongan ustedes a amar a sus sacerdotes, ustedes verán el cambio, porque estarán amando.
Esto es muy importante, pues muchos sacerdotes no conocen el tesoro que existe dentro de ellos, porque su terreno también tiene muchas piedras.
Así como Jesús era el tesoro y estaba al alcance del pueblo de Nazareth y ellos no lo valorizaron, no lo cultivaron y no vieron Su tesoro, así también sucede con nuestros sacerdotes y consagrados. Muchas veces nosotros mismos no sabemos el tesoro que cargamos con nuestro sacerdocio y consagración.
El amor vencerá en tu ciudad, en el sacerdote de tu parroquia, porque vos estás aprendiendo a amar.
Por eso te pido: ama a tu sacerdote, a tus consagrados!

Monseñor Jonas Abib
adaptación del original en portugues
fuente Portal Canção Nova.


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