Es una defensa común que “la pornografía no hiere a nadie”, “no estoy siendo infiel”, “sólo es una forma privada de relajarse”. Sin embargo, el número de matrimonios y familias profundamente dañadas por el uso de la pornografía por parte de uno de los cónyuges dice lo contrario.
Los cónyuges se sienten traicionados, la confianza se rompe, y a menudo la pareja o el niño que accidentalmente encuentra material pornográfico en la computadora del padre se siente asustado por las imágenes que no eligió ver.
Cuando sale a la luz una adicción a la pornografía, los votos matrimoniales de la pareja son sumamente puestos a prueba. Ira, depresión, e indiferencia son reacciones comunes para lidiar con esta cruz.
Un cónyuge cuenta: “ambos sentíamos que nos estábamos ahogando, intentando desesperadamente aferrarnos a algo que pareciera un bote salvavidas que nos llevara a la orilla mientras luchábamos en medio de la tormenta”. Otro comenta: “Tuve momentos de tristeza y depresión que duraron días. Me sentí a menudo confundido y sin esperanza”.
Muchos cónyuges se preguntan honestamente si es posible reconstruir su matrimonio. ¿El consumidor de pornografía podrá ser capaz de parar? ¿Podremos volver a confiar uno en el otro? ¿Nos podremos sentir a salvo en la intimidad?
Pero, como muchas parejas te dirán, hay esperanza.
Luke Gilkerson, Gerente de Recursos Educativos de Covenant Eye –una contraloría de Internet y una compañía de filtraje– dice que existen tres cosas principales que las parejas pueden hacer para reconstruir su matrimonio:
Primero, la pareja necesita una sabia orientación de consejeros expertos. Segundo, la pareja necesita establecer expectativas claras para tener una mayor transparencia y responsabilidad. Y, por último, la pareja necesita interrumpir momentáneamente la intimidad – no sólo la intimidad física básica, sino la emocional y espiritual.
- Sabia orientación: ¿Dónde pueden las parejas encontrar esta orientación? Claramente, las parejas católicas que están padeciendo esta situación pueden encontrar la gracia y el consuelo en el sacramento de la confesión. Los sacerdotes no son ajenos a escuchar casos de adicciones sexuales y a menudo ofrecen palabras de sabiduría junto a la misericordia de Dios. Las parejas pueden también optar por encontrar un buen psicólogo, individualmente, o como pareja, para trabajar el problema. Aquellos que están luchando por apartarse de un hábito de pornografía profundamente arraigado podrían darse cuenta que existen razones subyacentes por las cuales buscan la pornografía. Los grupos como adictos al sexo anónimos –que siguen un programa de 12 pasos– también ofrecen la confianza que mucha gente necesita para resistir y no volver al uso de la pornografía.
- Transparencia y responsabilidad. Después de lo que pudieron ser años de uso de la pornografía en secreto, la transparencia es una ardua batalla. Sin embargo, honestamente es la única manera de reconstruir la confianza que se ha perdido. Establecer conjuntamente límites claros, por ejemplo, cuándo apagar la computadora por la noche, cómo quieres discutir los posibles “fallos” futuros, y cómo un cónyuge puede apoyar en este proceso son pasos muy importantes para sanar.
Sin embargo, mientras que la transparencia es esencial para reconstruir, puede resultar difícil para un cónyuge sentir que está constantemente vigilando el uso de Internet. Es por esta razón que tener un accountability buddy (sea de un grupo o un buen amigo de la iglesia) es a menudo efectivo. Además, los filtros y los software de monitoreo hacen más difícil el acceso al material pornográfico y pueden mandar a un accountability buddy (compañero confiable) informes cuando se intente acceder.
- Intimidad: Finalmente, es esencial pasar tiempo juntos. Especialmente cuando las parejas han sido heridas y se sienten traicionadas, lo último que sienten ganas de hacer es pasar “tiempo de calidad” juntos. Pero la intimidad te recuerda por qué prometiste en tus votos pasar tu vida amando a tu pareja. Pasar tiempo haciendo cosas en lugar de discutir sobre el tema nos ofrece la esperanza de poder sanar.
Si estás sufriendo por el consumo de pornografía de tu pareja y estos pasos te parecen muy difíciles, es porque así es. El daño que proviene de la pornografía es real y no puede esconderse debajo de la alfombra ni tolerarse. Pero Dios te dio a tu cónyuge y quiere lo mejor para tu matrimonio; en palabras de San Pablo, “Todo lo puedo en Aquel que me conforta” (Flp 4,13).
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