Te alabo y te Bendigo,
Padre y Señor de la Vida,
que extiendes Tu mano, me proteges y cuidas;
Bendito seas Tú que con paciencia infinita
sobrellevas mis rebeldías.
Te alabo Padre del Cielo
porque has querido hacer cercano, íntimo
donándome Tu Espíritu.
Gracias porque manso y discreto
está aquí conmigo, caminando a mi lado.
Gracias porque Él me sostiene y conduce.
En la mañana estoy aquí para decirte:
¡Espero Tu intervención poderosa!
¡Aguardo y ansío Tu paso, el obrar de Tu Espíritu
que me devuelva una vez más, hoy y siempre al sendero,
que ilumine mis decisiones,
que robustezca mi voluntad.
Ayúdame a enfrentar el presente con honestidad.
Dame la gracia de vivir en la verdad y la coherencia,
¡Desnúdame de toda hipocresía!
Que las cosas que vienen de Ti, las "cosas de lo alto"
desvanezcan, esfumen los vientos impetuosos con Tu Unción.
Y si aparecen los vientos contrarios,
los que me impiden superar lo superficial
enséñame a ir a la batalla, que es parte de la carrera,
parte de la vida, parte de mi crecimiento
con alegría, seguro y confiado,
porque Tu Armadura es mi seguridad.
¡Amén!
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