Durante años el hombre ha procurado la mejor forma de terminar con lo que considera una plaga, con aquello que se convierte en “enemigo”, con lo que molesta; No tardaron en surgir múltiples insecticidas que actuaban sobre aquello que en la superficie se movía.
¡Solo se trata de rociar y acción efectiva!
Es claro que en la superficie dejaban de causar daños, ni siquiera ya eran visibles, pero, ¿Qué acontecía en lo profundo? ¿Qué se modificaba allí, en ese refugio, donde la vida surgía y crecía?
¡Nada!
Al contrario, la vida se fortalecía.
El esfuerzo no rendía los frutos esperados. Todo se volvía un trabajo de nunca acabar.
Y Así, en poco tiempo, en la superficie emergían nuevas vidas jóvenes que solo volvían a traer nuevas molestias.
Fue entonces que el hombre encontró la forma de acabar con el problema.
-“¿Y si cambiamos de estrategia y revestimos el ataque bajo solapadas formas?”
Y fue solo cuestión de ofrecer un “veneno con poder de contagio y de acción lenta” bajo el velo de apetitoso alimento.
El hombre entendió que solo se trataba de alimentar eficazmente las hormigas, de facilitarles una ración fácil de transportar a las mismas entrañas del hormiguero donde la comunidad hambrienta aguardaba.
Satisfechas y llenas volvían felices al seno del lugar donde salieron, sin saber que cargaban sobre sí el poder de la muerte.
Sor Lucia, ha afirmado en una extensa carta enviada al cardenal Carlo Caffara que “la batalla final entre el Señor y el reino de Satanás será acerca del matrimonio y de la familia” y la realidad muestra cómo esta afirmación encuentra sustento en lo que acontece dentro de ésta célula de Amor.
A veces, cuando el espíritu está dormido y nuestros sentidos no han recibido la gracia del Espíritu, corremos el riesgo de ser como esas simples hormigas. Somos inoculados con poderosos venenos de acción lenta, con forma de alimento que, inconscientemente, transportamos hacia el corazón de nuestras familias donde dejamos que actúen y así, en poco tiempo, allí donde abundaba vida, sobreabunda muerte.
Que la Gracia de Dios despierte los sentidos espirituales de nuestros matrimonios y familias para llevar, al seno de nuestros hogares, alimento del cielo: sólido, eterno y de santidad.
Miguel A Yunges
Comunidad Piedras Vivas
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