Con Jesús por la mañana.
«Todos tenemos necesidad de consuelo, porque ninguno es inmune al sufrimiento, al dolor y a la incomprensión. Cuánto dolor puede causar una palabra rencorosa, fruto de la envidia, de los celos y de la rabia. Cuánto sufrimiento provoca la experiencia de la traición, de la violencia y del abandono; cuánta amargura ante la muerte de los seres queridos. Sin embargo, Dios nunca permanece distante cuando se viven estos dramas» (Papa Francisco). Expresa ternura con el que sufre por medio de un abrazo, de una caricia y con palabras llenas de esperanzas. Ofrece todo lo que vivas por la intención del Papa.
Con Jesús por la tarde.
«Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó: Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo» (Jn.9,1-38). ¿De qué cegueras te curó Jesús en la vida? Agradece su consuelo. Repite al ritmo de tu respiración “Señor, que vea” mientras continúas llevando consuelo a otros.
Con Jesús por la noche.
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