martes, 28 de marzo de 2017

¿ QUIERES QUEDAR SANO?

San Ambrosio (c. 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia 
Sobre los misterios, 24s
«¿Quieres quedar sano?»

      Aquel paralítico (el de la piscina de Probática), esperaba un hombre que lo ayudase ¿A qué hombre sino al Señor Jesús nacido de una virgen, a cuya venida ya no era la sombra la que había de salvar a uno por uno, sino la realidad la que había de salvar a todos? El era, pues, al que esperaban que bajase, acerca del cual dijo el Padre a Juan bautista: «Aquel sobre quien veas bajar  el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo» (Jn 1,32).... Y, si el Espíritu descendió como paloma, fue para que tú vieses y entendieses en aquella paloma que el justo Noé soltó desde el arca una imagen de esta paloma y reconocieses en ello una figura del sacramento del bautismo...

      ¿Te queda aún lugar a duda? Recuerda cómo en el Evangelio el Padre te proclama con toda claridad: «Éste es mi Hijo, mi predilecto» (Mt 3,17), cómo proclama lo mismo el Hijo, sobre el cual se mostró el Espíritu Santo como una paloma, cómo lo proclama lo proclama el Espíritu Santo, que descendió como una paloma, cómo lo proclama el salmista: «La voz del señor sobre las aguas, el Dios de la gloria ha tronado, el Señor sobre las aguas torrenciales» (Sl 28,3)., cómo la Escritura te atestigua que, a ruegos de Gedeón, bajó fuego del cielo, y cómo también, por la oración de Elías, fue enviado un fuego que consagró el sacrificio (Jc 6,21;1R 18,38).  

      En los sacerdotes, no consideres sus méritos personales, sino su ministerio... Cree, pues, que está presente el Señor Jesús, cuando es invocado por la plegaria del sacerdote, ya que dijo: «Donde dos o tres están reunidos, allí estoy yo también» (Mt 18,20). Cuánto más se dignará estar presente donde está la Iglesia, donde se realizan los sagrados misterios. Descendiste, pues, a la piscina bautismal. Recuerda tu profesión de fe en el Padre, en el Hijo, en el Espíritu Santo... El mismo tenor de tu profesión de fe te induce a que creas en el Hijo igual que en el Padre, en el Espíritu igual que en el Hijo, con la sola excepción de que profesas que tu fe en la cruz se refiere únicamente a la persona del Señor Jesús.

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