¿Por qué hablar siempre del bautismo en el Espíritu en la Renovación Carismática Católica? para la renovación carismática el bautismo en el Espíritu Santo es el motivo principal para existir. Para la espiritualidad carismática seguir a Jesús a partir de un Bautizo o efusión del Espíritu Santo es lo principal, porque es su núcleo central. El espíritu es quien produce la renovación.
El bautizo en el espíritu santo es el corazón de la acción mesiánica de Jesús es bautizar en el Espíritu Santo: «el que viene después de mí los bautizará con Espíritu Santo y fuego» (Mt 3,11); «aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda en él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo» (Jn 1,32). Es la obra esencial de Cristo, el cumplimiento de las profecías mesiánicas del Antiguo Testamento en que Dios «derramará su Espíritu sobre toda carne» (Jl 3,1ss).
El Espíritu Santo ha suscitado la RCC para difundir la experiencia de Pentecostés en nuestro tiempo, para decir a todos los hombres y mujeres de nuestra sociedad que Jesús es el Señor, que ha resucitado. Tener la experiencia del bautismo en el Espíritu es vivir un Pentecostés hoy. Las experiencias y cambios de vida producidos tanto en los apóstoles el día de Pentecostés como por todos los que han tenido su bautismo en el Espíritu. Es una gracia única que hace al hombre reconocer el poderío y señorío de Dios. En ese momento «el hombre reconoce que no es nada y que Dios lo es todo» (P. Cantalamessa).
Quienes han tenido la experiencia del bautismo en el Espíritu han quedado deslumbrados, fascinados por Dios. Entonces la respuesta espontánea, natural de quien se encuentra con Dios y queda fascinado, es la misma que la de los discípulos en Pentecostés desencadena un torrente de alabanza, embriagados por el Espíritu Santo. Y después de la experiencia, nadie puede dejar de hablar de Jesús, que está vivo y que es el Señor. Es el Espíritu Santo nos muestra el camino, no solo nos recuerda lo que debemos hacer sino que nos impulsa a que lo hagamos y nos abre las puertas donde quiere que vayamos para evangelizar con poder.
El bautismo en el Espíritu recibido por los apóstoles en Pentecostés fue el motor de la evangelización que ha llegado hasta nosotros. El bautismo en el Espíritu experimentado por los cristianos de hoy será el que hará creíble y convincente la proclamación de la Buena Nueva en nuestro tiempo, haciendo vida las palabras de Jesús: «He venido a arrojar fuego sobre la tierra y cuánto desearía que ya estuviese ardiendo» (Lc 12,49).
¡Renuevate!, ¡no te detengas! Promueve, difunde, y sigue pidiendo a Dios un nuevo Pentecostés, un perenne bautismo en el Espíritu para la Iglesia y para toda creatura (cf. Jl 3,1ss).
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