miércoles, 9 de mayo de 2018

Meditación: Juan 16, 12-15

Aún tengo muchas cosas que decirles.
Juan 16, 12




Casi todos hemos visto los anuncios comerciales de televisión que dicen: “Pero, espere. ¡Aún hay más para usted!” Jesús tiene algo más para ti también, y lo que es mejor, no tienes que pagar impuestos ni gastos de envío.

Cuando Jesús les dijo estas cosas a los discípulos, sabía que ellos estaban inquietos y preocupados por el futuro. Acababa de decirles que se iba y que después de haberse ido, seguramente ellos experimentarían más oposición y persecución. ¡No era poca cosa! Todo lo que habían aprendido de Jesús y experimentado por sí mismos no parecía ser suficiente ante la perspectiva de la vida sin su guía, su enseñanza y su protección.

¿No te sientes tú así a veces también? Todos pasamos por circunstancias en las que quisiéramos que el Señor estuviera allí con nosotros, y nos guiara como lo había hecho con los apóstoles. ¡Qué alentadora es, precisamente por eso, la promesa de que el Espíritu Santo estará allí para guiarnos en la verdad!

Podemos imaginarnos que estamos frente a Jesús y que él nos dice: “Sí, me voy, pero aquí hay alguien que les va a seguir enseñando y mostrándoles mi amor. ¡Escúchenlo y sigan su guía!”

Por supuesto, no escuchamos la voz del Señor con claridad como que su sonido llegara a nuestros oídos. Lo más probable es que el Espíritu Santo nos hable interiormente, en la intimidad de nuestros pensamientos.

En realidad, el Espíritu nos habla de muchas maneras diferentes. Quizás hoy tú experimentes paz en cuanto a una decisión que tengas que tomar. Esa paz podría ser obra del Espíritu. Si tienes una situación difícil que resolver o estás en una conversación estresante, de repente se te puede venir a la mente un verso de un himno que te alegre el corazón. Eso también podría ser el Espíritu en acción. Un pasaje de la Escritura leído en Misa podría darte una comprensión nueva de cómo ayudar a uno de tus hijos. Eso también podría ser el Espíritu. O bien, un amigo te puede ofrecer un consejo sabio que te llega al corazón. De nuevo, eso podría ser obra del Espíritu.

Tú eres una singular creación de Dios, y él te irá enseñando cosas que se ajusten a cómo él te hizo. Palabras, imágenes, amigos, sentimientos… ¡El Espíritu Santo puede hablarte de mil maneras!
“Señor Espíritu Santo, abogado mío, abre mis oídos y mi corazón para poder recibir y entender las inspiraciones que quieras darme hoy.”
Hechos 17, 15-16. 22—18, 1
Salmo 148, 1-2. 11-14

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