“¡Qué bendición sería que estos signos se multiplicaran como sucedió en la primera evangelización! Pero no olvidemos que el signo por excelencia que suscita la conversión es la santidad de vida y el amor de los creyentes: «que ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado» (Jn 17,21); «en esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros» (Jn 13,35)”
p. José María Prats
Homilía - Domingo de la Ascensión
13.05.2018
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