Vean, hermanos míos: si de modo general no conseguimos amar a los demás, ni tener misericordia y bondad hacia el prójimo, es porque no hemos acogido el amor de Dios por nosotros.Muchas veces no amamos a los demás, no tenemos misericordia ni perdón, no tenemos un corazón de pastor, no tenemos el corazón de Jesús para con nuestros hermanos porque no creemos (verdaderamente) en el amor de Dios.Para romper estas barreras, necesitamos empezar a amar al prójimo, tener misericordia de los demás y perdonarlos, transformándonos en hermanos que se comprenden, que se ayudan y se levantan, que son alegres y que juntos, salen del barro y no se condenan unos a otros. Miremos a Jesús, que nos está tomando de la mano, sacándonos del lodo y poniéndonos en su regazo.Necesitamos, por lo tanto, en primer lugar, creer en el amor de Dios, en Su misericordia, en Su perdón. Creer que Dios realmente es nuestro Padre, lleno de amor y misericordia. El amor de Dios no es un amor genérico, sino personal, es decir, amor por mí. Él me ama, me perdona, tiene misericordia de mí, no me condena y no me acusa. Él es mi padre.
Tu hermano,
Monseñor Jonas Abib
Fundador de la Comunidad Canción Nueva
Adaptación del original en portugués
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