El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'.Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan;curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'."Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan:'¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca'.Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad.
RESONAR DE LA PALABRA
Queridos hermanos:
Celebramos hoy la memoria de San Francisco de Asis. ¿Quién no ha oido hablar de este santo que ha traspasado las fronteras del tiempo y la cultura, incluso de las religiones? Es seguramente el santo más ecuménico de todos. De él se han dicho tantas cosas que lo mejor es permitir que sea él quien nos hable a través de uno de sus hijos, Eloi Lecrec. Él recrea así la palabra de Francisco en su conocida obra "Sabiduría de un pobre": "Algunos hermanos me piden una regla más precisa, más determinada. Pero yo no puedo decirles otra cosa que lo que les he dicho ya, y que el Señor Papa ha aprobado plenamente: es decir, que la regla y la vida de los Hermanos Menores consiste en observar el Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo. A eso, aún hoy, no tengo nada que añadir o quitar. Que los hermanos vivan, pues, en la condición humilde y pobre que fue la del Señor. Que anuncien como Él el reino de Dios a toda criatura, y si se les arroja o se les persigue en un lugar, que vayan a otro. Y en todas partes donde sean recibidos, que coman todo lo que les ofrezcan. Los hermanos que vivan así no constituirán, sin duda, una Orden poderosa, sino que formarán en todas partes donde estén, libres comunidades de amigos. Serán verdaderos hijos del Evangelio. Serán hombres libres, porque nada limitará su horizonte. Y el Espíritu del Señor soplará en ellos como quiera".
Estas palabras puestas en boca de San Francisco nacen del puro Evangelio. Hoy la liturgia nos regala este texto de Lucas en el que Jesús habla a sus discípulos de las exigencias de misión: dejarlo todo para seguirle solo a El. Mirar al frente con la confianza puesta sólo en Dios. Asumir la libertad absoluta frente al “tener” para ponerse totalmente al servicio del Reino. Quizá vivimos tan rodeados de medios, de cosas, de necesidades, de comodidades... que dificilmente pasamos de un suspiro cuando escuchamos estas palabras, o cuando vemos el testimonio vivo depersonas que se han tomado en serio estas palabras de Jesús y lo han dejado todo por el Reino. Nos justificamos facilmente creyendo que para nosotros es imposible, y probablemente tengamos razón. Aunque nos olvidamos que para Dios nada hay imposible. Basta con tener fe... en el sentido más literal de la Palabra, fiarnos un poco más de Él para proclamar con San Francisco: “Tú eres amor, caridad; tú eres sabiduría, tú eres humildad, tú eres paciencia, tú eres belleza, tú eres mansedumbre, tú eres seguridad, tú eres quietud, tú eres gozo, tú eres esperanza y alegría, tú eres justicia, tú eres templanza, tu eres toda nuestra riqueza y satisfacción. (San Francisco de Asis – Alabanza al Dios Altísimo)
CR
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