«Lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo»
Procure conservar el corazón en paz; no le desasosiegue ningún suceso del mundo; mire que todo se ha de acabar.
No apaciente el espíritu en otra cosa que en Dios. Deseche las advertencias de las cosas y traiga paz y recogimiento en el corazón.
Si quieres que en tu espíritu nazca la devoción y que crezca el amor de Dios y apetito de las cosas divinas, limpia el alma de todo apetito y asentimiento y pretensión, de manera que no se te dé nada por nada. Porque así como el enfermo, echado fuera el mal humor, luego siente el bien de la salud y le nace gana de comer, así tú convalecerás en Dios si en lo dicho te curas; y sin ello, aunque más hagas, no aprovecharás.
Entra en cuenta con tu razón para hacer lo que ella te dice en el camino de Dios, y te valdrá más para con tu Dios que todas las obras que sin esta advertencia haces y que todos los sabores espirituales que pretendes.
El cielo es firme y no está sujeto a generación, y las almas que son de naturaleza celestial son firmes, no están sujetas a engendrar apetitos ni otra cualquier cosa, porque se parecen a Dios en su manera, que no se mueven para siempre.
San Juan de la Cruz (1542-1591)
carmelita descalzo, doctor de la Iglesia
Dichos de luz y amor
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