Cuando le dedicamos un tiempo a Dios, todo se vuelve más llevadero
Quiero compartir con ustedes algunos escritos que encontré de cuando hice un retiro en el mes de febrero de este año. Me movilizó tanto que, hasta hoy, sigo recogiendo frutos de ese momento.
Se trata de una exhortación de San Anselmo de Canterbury, conocido como San Anselmo de Aosta (1033-1109), monje benedictino, filósofo y doctor de la Iglesia.
“Ánimo, mísero mortal, huye por un corto período de tus ocupaciones, deja un poco tus pensamientos ruidosos. Aparta en ese momento los graves problemas y deja de lado tus extenuantes actividades. Espera un poco en Dios y descansa en Él. Entra en lo más íntimo de tu alma, excluye todo, excepto a Dios y lo que te ayuda a buscarlos y, cerrada la puerta, dile a Dios: busco tu rostro. Yo busco tu rostro Señor”.
¡Hice la experiencia de despojarme de todo! Destiné un tiempo para Dios, algo que no lograba hacer debido a las innumerables ocupaciones del día a día, me limité a lo esencial, a lo que necesitaba en aquel momento: Dios.
Quiero compartir con ustedes algunos escritos que encontré de cuando hice un retiro en el mes de febrero de este año. Me movilizó tanto que, hasta hoy, sigo recogiendo frutos de ese momento.
Se trata de una exhortación de San Anselmo de Canterbury, conocido como San Anselmo de Aosta (1033-1109), monje benedictino, filósofo y doctor de la Iglesia.
“Ánimo, mísero mortal, huye por un corto período de tus ocupaciones, deja un poco tus pensamientos ruidosos. Aparta en ese momento los graves problemas y deja de lado tus extenuantes actividades. Espera un poco en Dios y descansa en Él. Entra en lo más íntimo de tu alma, excluye todo, excepto a Dios y lo que te ayuda a buscarlos y, cerrada la puerta, dile a Dios: busco tu rostro. Yo busco tu rostro Señor”.
¡Hice la experiencia de despojarme de todo! Destiné un tiempo para Dios, algo que no lograba hacer debido a las innumerables ocupaciones del día a día, me limité a lo esencial, a lo que necesitaba en aquel momento: Dios.
¡Deseo exactamente eso para ti! Deja tus pensamientos ruidosos y descansa en el Señor. Haz esa experiencia. Estamos viviendo en un mundo muy alterado, donde las relaciones están desgastadas y superficiales. Pero, si te despojas de todo y buscas el rostro de Dios, tu alma va a estar en paz.
Te escribo a ti, que eres parte de la familia Canción Nueva, para agradecerte una vez más toda la ayuda que nos has dado. Muchas gracias por toda colaboración. Ycontinúo pidiendo y contando con tu ayuda. Estamos finalizando la iluminación definitiva del Santuario Padre de la Misericordia. Cuento con tus oraciones.
¡Dios te bendiga!
Tu hermano,
Wellington Jardim (Eto)
Cofundador de la Comunidad Canción Nueva y administrador de la Fundación Juan Pablo II
Foto: portal Canción Nueva
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