Él siempre encuentra un medio adecuado para sanar nuestra alma.
Dios, como un padre amoroso, a veces nos perdona, y otras veces nos reprende. Él siempre encuentra un medio adecuado para sanar nuestra alma. También un médico, al tratar a su paciente, no lo mantiene permanentemente en ayunas, y tampoco le permite que coma en exceso, no sea que la enfermedad empeore. Él hace todo lo necesario pensando en las fuerzas del enfermo y lo atiende con cuidado. De la misma forma, nuestro amoroso Dios, conociendo el provecho de cada quien, algunas veces deja que todo nos vaya bien, y otras nos envía pruebas. Si somos virtuosos, salimos avantes y más refulgentes del embate de las pruebas, atrayendo hacia nosotros mucha más clemencia por parte de Dios. Si, siendo pecadores, aceptamos con serenidad las pruebas, estaremos arrojando lejos la pesada carga de nuestros pecados y obtendremos mucho perdón.
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