“Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor.” (Mateo 25, 21)
Desde las huellas digitales hasta el ADN, desde la identificación de la voz hasta los perfiles psicológicos, la ciencia convence cada vez más a los científicos de algo que las Escrituras han sabido durante siglos: que cada persona es única, una parte irreemplazable de la creación. Sabemos que Dios ha dado a cada uno de sus hijos un conjunto de dones y talentos naturales, ya sea la habilidad atlética, el talento musical, el arte de pintar o escribir o la facilidad de construir objetos. Parte del desafío que enfrentamos al crecer y madurar consiste en identificar nuestros talentos y desarrollarlos en beneficio propio y de los demás.
Pedro tú también has recibido dones, talentos y aptitudes espirituales que te ayudan a colaborar con Dios para construir su Reino, ¿lo sabías? Entre éstos figuran el don de dar aliento, la generosidad y la compasión (Romanos 12, 8). Quizás tengas una fe especialmente firme, el don de sanación al orar por otros o la habilidad de discernir la voluntad de Dios (1 Corintios 12, 8-11). Dios te regaló estos dones y te invita a trabajar con él de un modo que sobrepasa tu capacidad natural.
Tomemos la parábola de Jesús que leemos hoy para animarnos a preguntarle al Señor cuáles son los dones que él nos ha dado y cómo utilizarlos. Jesús quiere que sepamos que la Iglesia, su Cuerpo en la tierra, sólo puede crecer en la medida en que cada uno de nosotros responda a su llamamiento. El Señor no quiere que seamos como el servidor que escondió su talento y a quien el amo, a su regreso, encontró ocioso.
¿Por qué no dedicar hoy unos minutos a escribir los dones que tú crees que Dios te ha dado, tanto naturales como espirituales? ¿Te preocupas por los pobres y necesitados? ¿Te condueles de los que sufren enfermedades? ¿Te parece fácil compartir lo que sabes acerca de Jesús? Todas éstas podrían ser señales de dones que Dios te ha dado y que necesitas desarrollar. Abre la puerta y deja que el Señor te lleve a donde él quiera.
“Padre, permíteme ver los dones que he recibido de ti. Concédeme la valentía de emprender el camino que creo que tú me señalas. Gracias, Señor, por todo lo que has hecho por mí.”1 Tesalonicenses 4, 9-11
Salmo 98(97), 1. 7-9
fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros
No hay comentarios:
Publicar un comentario