El Cerco ha pasado y después de unos días es bueno mirar lo acontecido, acercarnos a lo vivido y como dice San Pablo, discernir para quedarnos con lo bueno.
Sí, es necesario tener una mirada de Fe de todo lo que nos va edificando.
Tal vez las “sensaciones”, las percepciones que acompañaron esta experiencia aún necesitan ser clarificada. Tal vez en estos días estén surgiendo preguntas nunca antes escuchadas en tu interior.
Te invito a adentrarte en el discernimiento a partir de dos imágenes.
La primera es una imagen que el Señor nos regalo en la oración que realizábamos cada noche los hermanos del ministerio, previo al inicio del Cerco.
La última noche, el Señor nos mostraba un mar que se abría, y comprendimos en ese momento que nos estaba recordando el paso que Su pueblo hizo del Mar Muerto cuando, Su Mano Poderosa, dividió las aguas.
Claramente es una imagen de un paso a la libertad.
El Pueblo dejaba el lugar de la esclavitud, Dios intervino abriendo las aguas, el pueblo las atravesó de manera portentosa y del otro lado los esperaba una tierra de libertad.
Esto ha sido -lo es siempre- el Cerco de Jericó: Un paso.
Un paso, un camino a la libertad, favorecido por la intervención poderosa de Dios.
Es un paso de lo antiguo (esclavitud), a lo nuevo: la liberación.
Ahora bien, seamos claros: el cruce del pueblo no implicó una liberación de todo problema. Muy por el contrario. Anduvieron errantes por el desierto largos años.
La LIBERTAD es algo que también SE CONQUISTA. Es regalo de Dios, pero a la vez es conquista del hombre. Y esta realidad requiere el ejercicio de la Fe.
Ejercicio que implica también el inicio de un sendero pocas veces transitado, el de la PERSEVERANCIA, recordando en todo tiempo que fuimos liberados por la MANO DE DIOS.
Tal vez seas vos uno de los que han experimentado el toque del Dios. El saber que Dios pasó claramente por tu vida, pero debes tener presente que para que ese paso alcance su madurez y obtenga los frutos esperados debe venir un TIEMPO DE FIDELIDAD a la Gracia recibida.
Si por el contrario te empeñas en seguir en la misma senda, viviendo del mismo modo, difícilmente puedan darse los frutos que el CERCO está llamado a dar.
La segunda imagen que nos sirve para comprender el después de un “cerco de Jericó” es la de un DERRUMBE. Hemos insistido pidiendo sean derrumbados tantos y tantos muros cada noche. Ahora, ¿Qué acontece después del derrumbe de alguno de esos muros?
¿Has asistido alguna vez a una obra de refacción donde es preciso voltear paredes, derrumbar muros? Es muy posible que el esfuerzo necesario para derribarlo no sea excesivo, tal vez incluso el tiempo sea poco.
Lo que sí es seguro es que LLEVARÁ SU BUEN TIEMPO LIMPIAR, REMOVER LO QUE SE HA DERRUMBADO, de modo que el moverse esté libre de tropiezos y molestias.
Cuando algo se derrumba deja a su alrededor una sensación de destrucción.
Esa impresión después de un cerco también puede venir a nuestros corazones. Es posible sentirnos devastados. Y puede también ocurrir que no entendamos los sentimientos que quedan. Esto puede pasar.
Pero, ¿como sabemos, qué seguridad tenemos que Dios pasó por nuestra vida? Es sencillo. Si aún contemplando los escombros que persisten por el derrumbe de murallas de odios, resentimientos, mentiras y desamor, en nuestro interior, aún RESIDE UNA GRAN PAZ, entonces claramente Dios ha pasado y actuado.
Si te encuentras viviendo este tiempo sólo puedo decirte: paciencia y perseverancia.
Los escombros dejan mucho polvillo. ¿Has intentado quitar alguna vez polvillo? Lo quitas de un lugar y aparece en otro.
Vuelvo a decirte: ¡Paciencia!
Ese polvillo solo se va con oración, ayuno, confesión y comunión frecuentes.
Dios te Bendice!
Miguel Angel Yunges
Comunidad Piedras Vivas.
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