Dos mandamientos fundamentales nos fueron dejados: el primero es el amor a Dios; el segundo, el amor a nuestros semejantes (Marcos 12, 30-31).
¡Por qué es que no nos amamos los unos a los otros? Porque no amamos a Dios. Y a Él no lo amamos porque nuestra fe es débil. Por esto es que no lo sentimos en nuestro corazón, por eso no vivimos en Él y no lo conocemos, porque leemos muy poco el Evangelio y no entendemos en Dios todo lo que ocurre en nuestra vida, obviando que todo proviene de la Providencia Divina. Pasan los días, las semanas... y a veces ni nos acordamos de Dios. Dejamos que nuestro corazón se endurezca. Y el corazón que no se calienta con el amor de Dios es frío también con los demás, porque en vez de amor lo que se genera en él es enemistad, en vez de la misericordia y el deseo de ayudar, el odio y la alegría maliciosa. Y es así como nosotros mismos nos preparamos nuestro futuro castigo: “Habrá juicio sin misericordia para quien no ha sido misericordioso” (Santiago 2, 13). Dos mandamientos fundamentales nos fueron dejados: el primero es el amor a Dios; el segundo, el amor a nuestros semejantes (Marcos 12, 30-31).
(Traducido de: Sf. Luca al Crimeii, Predici, meditații și plângeri străpungătoare la Sfintele Patimi ale Domnului) fuente Doxología
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