martes, 29 de abril de 2014
Cambiar de página
¿Recuerdas tu primer maestra?
Yo sí, se llama Norma.
Ella me enseño el arte de leer.
Recuerdo incluso las tapa de "Upa", uno de mis primeros libros de lectura.
Aprender con él era un gusto.
Norma contaba en mi casa con un buen soporte,
aquel que era mi "maestro particular"
había obtenido "su título" en la vida, era "Bachicha", mi abuelo.
Él me sentaba frente al diario y aquello que había aprendido
en la escuela me ayudaba a ponerlo en práctica con los chistes del diario.
Claro, no todo en la vida es "Upa".
Ni todos son "tiras de chistes".
Los textos se vuelven complejos, algunos hasta indecifrables.
También tengo presente el tiempo de filosofado.
Había que lidiar con límites.
Había que prestar más atención.
Algunos textos se volvían insoportables.
Algunos había que leer, re-leer y volver a leer.
Aún así, muchas veces, encontraba que los textos
eran mucho para mi.
El libro, aquello que debía ser alimento,
pasaba a ser causa de "miedo"
Cuando me colocaba delante de él con la corona del miedo,
no lograba avanzar ni un tranco.
¿La vida te está resultando un libro difícil de leer?
¿Te cuesta comprender aquello que estás escribiendo?
¿Te cuesta asumir aquello que otros están escribiendo en tus páginas?
Te dejo algo que aprendí, allá lejos, hace tiempo.
Enfrenta cada página sintiéndote victorioso.
Confía en aquello que hay de bueno en vos.
Busca dentro tuyo las potencias dormidas que Dios sembró.
Aprende que hay días dífíciles, días en que es necesario
apagar la luz, dejar que descanse la mente y el corazón y esperar la luz del nuevo día.
Entonces, ¡vuelve leer!
Retoma aquello que dejaste y míralo bajo la luz del nuevo día.
Y si aún así es imposible avanzar,
sí aún después de batallar encuentras claridad y en paz sientes
que no es el tiempo oportuno de "asumir" la "hoja" que hoy te toca vivir,
entonces recién en ése momento toma la decisión:
¡da vuelta la página!
Hay veces en que la sabiduría reside en saber dar vuelta la página.
Sólo una cosa,
no renuncies nunca a la lucha.
Norma y mi abuelo me enseñaron que sólo se aprende a encontrar sentido
a la unión de letras después de librar un larga batalla.
Dios te Bendice.
Miguel
Comunidad Piedras Vivas
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