Jesús pasa por el mar en que te encuentras y lanza su mirada, como la lanzó sobre Simón y Andrés. Sea cual sea tu ocupación, el Señor quiere utilizarla para rescatar personas. Tu eres llamado a pescar en otro “mar” y hacer de Tu profesión una “red”.
El Señor tiene una vocación y una misión para cada uno de nosotros, así como tenía para sus apóstoles. Muchos adultos y jóvenes se encuentran con el Señor, escuchan su llamado y comienzan a seguirlo. Algunos piensan, ademas, que la forma de seguirlo es dejar la propia profesión, renunciar al propio trabajo, y todo termina saliendo mal… No se trata de cambiar de profesión, y mucho menos de abandonar el trabajo, sino de buscar “otro mar” y, con “la red” de tu profesión, “pescar hombres” para Dios.
Muchas veces, caemos en el error de pensar que Dios nunca nos llamará, porque Él solo lo hace con las personas especiales. ¡Pero eso no es verdad! No podemos mirar solo a los llamados específicos: ser sacerdote, religioso, religiosa. Hoy Él ha llamado a muchos para convertirse en evangelizadores y profetas.
Profeta no es aquel que adivina el futuro, sino quien media lo que Dios quiere decirnos. Así, Él necesita hombres de carne y hueso que sean Su boca, porque Él quiere hablar por medio de nosotros; quiere profetizar.
Así como Jesús se hizo hombre para estar en medio de nosotros, adquirió la cultura, el idioma, las costumbres de aquel pueblo para evangelizar y traerlo de vuelta para Dios, nosotros también somos profetas entre el pueblo.
Son necesarios los profetas en el campo, en las pequeñas ciudades y barrios de las grandes ciudades. Que trabajan, que salen temprano, suben al omnibus lleno y vuelven a casa cansados, que hablan la misma lengua de ese pueblo sufrido que pasan por las mismas situaciones y dificultades. Profetas en el medio estudiantil, entre los profesores, en los deportes, en el área de salud entre médicos, enfermeros, psicólogos, dentistas... en cada medio deben existir profetas.
Si no asumimos esos ambientes como nuestro campo de evangelización, el mundo se apoderará de ellos. No se trata de transformar el lugar donde vivimos y trabajamos en un púlpito de prédicas, sino de evangelizar como profesionales que debemos ser, trabajando en aquel medio, siendo de Dios y haciendo ahí lo que El quiere.
En todo lo que hacemos, sea con palabras o actitudes, estaremos evangelizando a nuestros compañeros de trabajo. El mundo no está interesado en simples palabras, sino en testimonios. Es la prédica a través de la vida misma. Tu historia será un gran testimonio mucho más fuerte que muchas palabras.
Monseñor Jonas Abib
Fundador de la Comunidad Canción Nueva
Fundador de la Comunidad Canción Nueva
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