(Gén 37, 3-4. 12-13a. 17b-28; Sal 104; Mt 21, 33-43. 45-46)
Grandes relatos
Para la comprensión de los textos bíblicos, ayuda mucho conocer la relación interna que se da entre distintos pasajes y comprobar cómo narraciones del Antiguo Testamento adquieren su sentido pleno a la luz del Nuevo Testamento.
Hoy impresiona leer la correspondencia que se da entre la historia de José y la historia de Jesús, adelantada en la parábola de los viñadores homicidas. En el relato del Génesis, observamos la ternura con que Jacob reviste a su hijo pequeño, el preferido, con una túnica con mangas, y la violencia con la que se la arrancan sus hermanos. “José era el preferido de Israel, porque le habla nacido en la vejez, yle hizo una túnica con mangas. (…) Cuando llegó José al lugar donde estaban sus hermanos, lo sujetaron, le quitaron la túnica con mangas, lo cogieron y lo echaron en un pozo vacío, sin agua. Y se sentaron a comer” (Gén 37, 3; 23-25). Más adelante, el texto refiere cómo los hermanos le llevaron al padre anciano la túnica empapada en sangre, con el fin de que la reconociera.
El salmista recuerda esta escena: “Le trabaron los pies con grillos, le metieron el cuello en la argolla, hasta que se cumplió su predicción, y la palabra del Señor lo acreditó” (Sal 104). Y ambas escenas tienen sus correspondencia con la descripción del Evangelio: “Los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron” (Mt 21, 38).
He hecho hincapié en la túnica porque cuando se narra la crucifixión del Señor, a quien le quitan la túnica, el autor sagrado usa la misma palabra que el relato del Génesis, para mayor coincidencia de los textos y para ver prefigurada en José la persona del Señor, quien muere para darnos vida. Él nos dejará su túnica sin rasgar con la que revestirnos, y Dios nos reconocerá como hijos suyos. Sorprende y emociona que el textos original nombre de la misma manera el vestido que el Creador puso a Adán y a Eva, la túnica de José, y la túnica de Jesús en la Cruz. Interpreto que por la Redención acontece una nueva creación.
Santa Teresa de Jesús
Santa Teresa medita constantemente las escenas de la Pasión del Señor, y trae a colación pasajes bíblicos que la ayudan para su enseñanza y oración. Ella observa cómo hace falta la luz de la gracia para comprender lo que quieren decir los textos. Es muy importante acercarse a las Escrituras de manera sapiencial, orante, pidiendo al Espíritu Santo la luz interior, como indica la maestra: “… como hizo Jacob cuando vio la escala, que con ella debía de entender otros secretos, que no los supo decir; que por sólo ver una escala que bajaban y subían ángeles, si no hubiera más luz interior, no entendiera tan grandes misterios. (Moradas VI, 4, 6).
Y más adelante refiere: “Ni tampoco Moisés supo decir todo lo que vio en la zarza, sino lo que quiso Dios que dijese; mas si no mostrara Dios a su alma secretos con certidumbre para que viese y creyese que era Dios, no se pusiera en tantos y tan grandes trabajos; mas debía entender tan grandes cosas dentro de los espinos de aquella zarza, que le dieron ánimo para hacer lo que hizo por el pueblo de Israel. (Moradas VI, 4, 7).
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